POLICIA
falleció el martes a los 89 años

Máxima Zorreguieta dejó ayer el país luego de despedir a su padre

El responso fue en turnos y duró varias horas. Fue a cajón abierto, con catering y lista de invitados. La reina lo recordó emocionada y cantando su canción preferida, A mi manera. Galería de fotos

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Familia. La reina al finalizar la ceremonia, junto a su esposo, el rey Guillermo, y una de sus hijas, Alexia. Al entierro asistieron casi 200 personas durante toda la jornada. | piemonte

Lo primero que hizo Máxima, cuando la semana pasada recibió un llamado desde Buenos Aires en el que le contaron que su padre estaba muy mal, fue nadar. La natación es el deporte que Jorge Zorreguieta le inculcó a su hija desde pequeña, el ejercicio de descarga útil para cualquier momento. Entonces, en ese pequeño tiempo muerto en el que no se podía hacer otra cosa que esperar en Holanda, la única argentina que llegó a reina nadó en la pileta de su mansión en Villa Eikenhorst. Ayer, después de casi una semana en Buenos Aires, Máxima retornó a Holanda junto a su familia.

Jorge Zorreguieta falleció a los 89 años el martes a la tarde en la clínica Fundaleu, luego de estar una semana internado y tras veinte años de pelear contra un linfoma. El jueves por la mañana llegó el rey Guillermo junto a sus hijas, las princesas Amalia, Alexia y Ariana. Ese mismo día se llevaron a cabo el velatorio y el entierro en el Cementerio Memorial de Pilar.

La madre de la reina de Holanda, María del Carmen Cerruti Carricart, fue la primera en llegar pasadas las 11 de la mañana, junto a sus hijos Juan y Martín. La familia real ingresó al predio minutos antes de las 12 a bordo de una camioneta Hyundai gris. Vestida de negro y en silencio, se pudo ver a una Máxima compungida aunque entera.

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Intimidades. El velatorio y el entierro fueron pautados en tres horarios: a las 12, a las 14 y a las 16. Hubo una lista de invitados que llegó casi a las 200 personas y hasta un catering. “Cada uno sabía a qué hora tenía que llegar. Si no estabas en la lista, no pasabas”, contó a PERFIL uno de los presentes.

En la primera parte sólo participaron los hijos, nietos y amigos más cercanos de Zorreguieta. En un salón fueron velados durante unas horas a cajón abierto los restos de Coqui, como llamaban cariñosamente al padre de Máxima. Luego de rezar, la reina fue recibiendo en ese lugar el saludo de los que se iban acercando.

En el segundo turno comenzó a llegar más gente. Entre ellos se pudo ver a integrantes de la familia Podestá, de los Blaquier, los Peralta Ramos y los Bulgheroni. También asistieron Alfonso Prat-Gay y el titular de la Sociedad Rural Argentina, Luis Etchevehere. Se pudo ver a los empresarios Martín Cabrales, Luis Federico Braun, Federico Nicholson (director de Ledesma), Francisco y Eva Soldati, Daniel Funes de Rioja, David Lacroze, Tato Lanusse, Jacques Louis de Montalembert, del grupo Peñaflor, y Carlos Miguens, entre otros.

Quince minutos antes de las 16, se cerró el cajón y se hizo una recorrida a modo de cortejo hacia un lugar abierto donde se llevó a cabo el entierro, que comenzó a las 16 en punto en el sector D del Memorial de Pilar. Duró media hora la ceremonia. Fue entonces cuando alguien de la familia repartió, en hojas, las letras de dos canciones: A mi manera y Un mundo maravilloso. Luego de cantar la canción que popularizó Paul Anka en 1969, “el tema preferido del padre de Máxima”, reveló otro de los presentes, se escuchó a uno de los hermanos de la reina: “¡Vamos, viejo!”. Hubo un aplauso cerrado. Después, y siempre a capela, cantaron el tema de Luis Armstrong.

Fue el turno entonces de las palabras a cargo de tres oradores: primero habló Diego Ibarbia, de la Fundación Vasca Argentina; luego fue el turno de David Lacroze, íntimo amigo de la familia, y al final cerró Máxima. La reina de Holanda comenzó recordando a su padre, hizo un juego de humor hablando de lo torpe que era a veces y de cómo ella y sus hermanos habían heredado esa característica. Después se quebró al recordar cómo influyó su padre en su vida y al hablar de la relación que tuvo con su madre, y de cómo ambos supieron estar juntos durante varios años como pareja.

Luego los presentes se retiraron en silencio del entierro de este hombre que supo ser secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca entre 1979 y 1981, durante la última dictadura militar. Por ese cargo el padre de Máxima se quedó sin poder ver a su hija casarse con Guillermo, aquel momento en que se convirtió en princesa, en febrero de 2002. Tampoco pudo estar presente cuando llegó a reina de Holanda en abril de 2013.