La causa por el secuestro del estudiante correntino Cristian Schaerer, del que en setiembre se cumplirán cuatro años, desembocará en una sentencia que no cumplirá las expectativas debido a la asignatura pendiente que significa la incógnita sobre el destino que corrió la víctima en manos de sus captores.
El fiscal federal Oscar Resoagli lo recalcó una y otra vez: "Aunque hayamos desbaratado a la banda, aunque hayamos podido juzgar a los responsables, seguiré trabajando hasta el último día para encontrar a Cristian, que es nuestro objetivo más importante".
El jefe de la investigación, que por estos días se apresta a pronunciar el alegato acusador en contra de cuatro participantes del rapto, formalizó hace pocas semanas el auto de elevación a juicio para sentar en el banquillo a otros ocho miembros de la organización.
Ese es su objetivo: presionar mediante la exposición pública de las pruebas y los testimonios de los testigos presenciales a los sospechosos más comprometidos, para quebrar el pacto de silencio que se mantiene desde que comenzaron las detenciones, a fines de 2003.
Resoagli, como el querellante Ernesto González, confía en una sentencia condenatoria del Tribunal Oral Federal de Corrientes, resultado que empujaría a algunos detenidos a proporcionar detalles sobre el paradero de Cristian y, en caso de que haya sido asesinado, de los autores materiales de su muerte.
A pesar de que el 21 de setiembre se cumplirán cuatro años del secuestro y de que no se conocen pistas que abonen la hipótesis de supervivencia, que sólo la madre del joven considera, Resoagli y su equipo se niegan a considerar en público la factibilidad del fallecimiento de la víctima.
Quizás más por cábala que por datos objetivos de la causa, el fiscal insiste con que "Cristian Schaerer está desaparecido y nuestra misión es encontrarlo, en eso estamos trabajando y los juicios contra los implicados en su secuestro son un camino hacia el objetivo central".
La lista de 100 testigos que presentó el fiscal para el juicio oral en curso se completará en los próximos días con el traslado del Tribunal Oral Federal a Asunción del Paraguay, donde declarará el padre de Cristian, el ex ministro de Salud, Juan Pedro Schaerer.
El ex funcionario, impedido de volver a la Argentina por causas relacionadas con corrupción, aportará detalles claves sobre el móvil del secuestro, que tanto para la familia como para Resoagli fue extorsivo y no mafioso, como se creyó en un principio.
Schaerer padre y el fiscal coinciden en ese sentido en la finalidad meramente económica de quienes tramaron y ejecutaron el rapto, dados los antecedentes de los principales cabecillas de la banda, los prófugos José Rodolfo "El Ruso" Lohrman y Horacio "Potrillo" Maidana.
Ambos, junto con el detenido Cristian Carro Córdoba y otros reconocidos miembros de organizaciones dedicadas al secuestro extorsivo, aparecen implicados en hechos similares ocurridos en la Argentina y Paraguay, con centro de operaciones en la zona de la triple frontera.
Allí, especialmente en el páramo legal que constituye Ciudad del Este (Paraguay), se esconden las principales respuestas de este secuestro irresuelto por el que se llegó a pagar un rescate de 275.000 dólares a un sector de la banda que dio por terminadas las negociaciones en medio de una disputa con sus cómplices.
Se considera desde entonces la posibilidad de que una célula del grupo haya decidido no liberar a Cristian con la meta de obtener un segundo rescate, pero las pistas se pierden en un laberinto de testimonios contrapuestos y preguntas jamás contestadas por los 18 detenidos.
Es la barrera que el fiscal Resoagli espera romper en lo que resta del juicio oral contra los cuatro acusados en condiciones de recibir sentencia: el abogado correntino Pedro Angel Barbieri y su novia Judith Alvarenga, y Néstor Barczuck y su pareja Pamela Ramos.