Nada aburre más a un egipcio que una momia. Aquí pasa con el candidato. Salen de almácigo. Se propagan. Ocupan palcos. Echan fuego por la boca. Prometen oro y moro. Toman al pueblo electoral como platea teatral. A la chacota. El candidato, como el dinosaurio, es nuestro animal espejo. Somos el país con más yacimientos de candidatos y este domingo 23 acudimos a otro simulacro electoral. Suponer que votamos y no que se nos bota. Nadie saltará de la cama impaciente y feliz. Lo sentimos un chiste malo pero acudiremos igual. Nadie en su sano juicio lo toma como acto fundacional de nada. Pero va lo mismo.
Es el espectáculo continuado del trucaje aceptado. Sin erótica ni suspenso ni premio. Un contrato moral entre tahures activos y pasivos. El dinosaurio ha impreso su nombre (en negro) en papeletas (blancas). Es un falsario neto. Nos toca a los pasivos ser argentinos ordenaditos. Aceptar al figurón como fruto democrático de su partido cuando solo es un pícaro marcado por el dedo del mandamás. Agachar la cabeza, mascullar la bronca, completar la simulación y aceptarla como genuina. Así lo ha prescripto el equipo conductor del dinosaurio. Llevar “el documento”, sumarse solemnes a la cola, entrar al cuarto “oscuro” (sic), meter papeleta en sobre y urna, e irse escuchando en la radio que"con patriótica normalidad tuvo lugar una jornada para la Historia".
¿Pensó usted alguna vez si está incluído en la historia? Cada día lo más se entiende menos. Y si la historia es lo más, estamos fritos. Queda la chance (o el consuelo) de armarse de ímpetu y no dejar pregunta sin usar. De arranque, la más grossa: ¿La historia es cosa nuestra o cosa nostra? Y luego, una fina: ¿Por qué la manijean tesoreros y filibusteros y no dejan entrar en su recinto al maestro, al campesino, al camellero bereber, a la muchacha de la noche o al pintor de brocha gorda? ¿Será cierto que a los más de la majada la historia no les toca porque por cada generación 10 mil terrestres se encargan de robárselas? ¿Y en la más próxima, en la del país argentino, ¿Quiénes y cuántos son (en proporción) esos 10 mil?
Son preguntas para este día, al que ya se le conoce tendencia. Esperemos no profundicen el modelo sino que lo ecualicen.El mundo está en antesala de un cambio de raíz. Milagros grandes. Derrumbe in progress del capitalismo. Bancos pillados con las manos en la Caja. Dictadores barridos en serie por la ofensiva de los celulares de la nueva comunicación. Milagros grandes también pueden sucedernos entrecasa si los argentinos aprendemos a querernos en conjunto. Aun puede amanecer. Aquí y allí. Pero hay que moverse. Gregarios abstenerse. No hay líderes. Uno tiene que elegirse a sí mismo.
Cada mes arriban miles de bebés con software bajo el brazo y se van miles de adultos con hardware vencido. Como las anteriores, las nuevas camadas sueñan mejorar el capítulo argentino de la especie. Pero las paralizan los dinosaurios “No se puede”, Constitución desactivada” o “Listas sábana”. Desde el nacimiento del país frases así nos deshicieron la historia. Este 23 de octubre trae más "de lo mismo". Es ostentoso, vertical, prepotente y cantado. Eterno, no. Hay otros en el calendario. Y tan lejos no quedan.
(*) Especial para Perfil.com