POLITICA

25º Conferencia Industrial de la UIA: Jorge Fontevecchia entrevistó a Felipe González

El CEO de Perfil Network participó de la tradicional conferencia anual a la que asisten los principales empresarios y dirigentes del país.

Jorge Fontevecchia y Felipe González en la 25º Conferencia de la Unión Industrial.
Jorge Fontevecchia y Felipe González en la 25º Conferencia de la Unión Industrial. | Juan Obregón

El CEO de Perfil Network, Jorge Fontevecchia, participó este jueves 28 de noviembre de la tradicional conferencia anual de la Unión Industrial Argentina (UIA) a la que asisten los principales empresarios y dirigentes del país. Allí entrevistó a Felipe González, presidente del gobierno de España entre 1982 y 1996, y actor destacado en los Pactos de la Moncloa.

"Fue un pacto entre políticos que trataban de superar la crisis económica frenando la galopada inflación que se vivía en aquellos momentos", comenzó el español. "El pacto generó confianza, porque construimos un perímetro de consensos. Definimos cuáles son las ‘cosas de comer’, y con eso no se jugaba. Con lo demás podíamos discrepar, pero con eso no. Eso nos permitió pensar un proyecto de país", expresó.

En este sentido, y ante la consulta acerca de si eso sería posible de realizar en Argentina, González sostuvo que "para tener un horizonte de certidumbre, todo proyecto de país exige que haya un área de consensos básicos que generen confianza y que no se proyecten solo para un periodo". "A nosotros nos ha durado 35 años. Aunque ahora estamos abriendo nuestra propia grieta. Estamos, en parte, haciendo una política de bloques en la que los discursos dominantes están en los extremos y no en el centro", se lamentó.

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Cómo podría la Argentina llegar a su "Pacto de la Moncloa"

Fontevecchia: Solés decir que no es necesario coincidir ideológicamente para hacer acuerdos...

González: El que crea que se puede construir la región ideológicamente, está muerto. Yo estuve casi 14 años en el gobierno y nunca tuve interlocutor socialista en Alemania, ni en Gran Bretaña, y eso nunca planteó problemas. Creo que si no existiera la construcción europea, deberíamos de intentar hacerlo, porque separados no significamos nada en la globalización.

- La región está convulsionada. Venimos de gobiernos que duraron 12 años en Argentina, también en Brasil y en Bolivia, Evo Morales se quiso extender por 16 años. ¿Cuál es tu lectura de lo que está pasando?

- Hay causas diferenciadas y problemas que son comunes. Ahora, con tanta información, nos da la sensación de que todo el mundo está movilizado y ardiendo, pero los que son de mi generación, si se acuerdan del 68... En ese año estalló una crisis en la Universidad de California contra la guerra de Vietnam; en Francia con (Charles) De Gaulle, estalló el Mayo francés; y en Checoslovaquia, la Primavera de Praga. Lo mismo ocurrió en México. Fue una movilización global antisistema. Fuera cual fuera el sistema.

- Te olvidaste de Woodstock en esa línea. Uno lo podría asociar con un cambio generacional, en el 68 tenías la televisión, ahora tenés las redes sociales. ¿Le asignás alguna responsabilidad a las existencia de las redes a este inconformismo?

- Sin dudas, las redes sociales tienen papel primordial en la convocatoria de las movilizaciones dispersas, pero también generan un problema para los gobernantes porque lo que pasa con estas nuevas protestas es que no tienen interlocutores. Cuando son contra gobiernos de derecha, se lo atribuimos a las maldades del castro- comunismo y al chavismo; y cuando es al contrario, decimos que lo hace Estados Unidos, como en el caso de Evo.

- ¿Cuál es tu mirada sobre la cuestión del ‘Lawfare’, palabra que plantea que hoy en día se utiliza a la justicia como sustituto de los golpes militares?

- No hay golpes, pero hay vuelta de los militares a la política. Si vemos a Lenín Moreno, lo vemos con el Estado Mayor detrás. Vizcarra también. En la Bolivia de Evo Morales, el único empleado público que se jubilaba con el total de su último sueldo era el militar.

- Bolsonaro tiene vicepresidente militar.

- Sí, pero tenemos que reconocer que conoce el paño mejor que el resto. En qué consiste la vuelta, porque los gobiernos democráticos  son los únicos que nos permiten convivir a largo plazo en paz, y la democracia garantiza que podés echar al gobierno que no te gusta. Es muy duro lo que está pasando porque los gobiernos democráticos de América Latina no han querido asumir que la seguridad física, además de la jurídica, es hermana siamesa de la libertad. Uno no se siente libre si no se siente seguro. Y la primera responsabilidad de los gobiernos es garantizar tranquilidad a los ciudadanos.

- Volviendo al lawfare, ¿creés que pueden ser los jueces el equivalente de lo que fue el Plan Cóndor en su momento?

- Llevamos mucho tiempo judicializando la política. Si hacemos eso, al final de este proceso es inevitable que la justicia se politice. Si encargamos a los jueces que resuelvan nuestras disputas partidarias, terminarán por hacer política. Globalmente, estamos viviendo en una situación de anomia, de falta de respeto a las leyes.

- ¿La corrupción es un problema para la democracia?

- Es un problema. Meter la pata la metemos todos, pero meter la mano no debería pasar. La generalización de esto hace que yo tenga 77 años y que todavía sigan diciendo que yo me he corrompido. No sé si me preocupa más que repitan barbaridades o que me tomen por pendejo. Que sea multimillonario y que no disfrute del dinero, eso sería rarísimo.

- ¿Cuál es el futuro que le ves a América Latina y cómo ves la globalización para un país como Argentina?

- Tengo una relación afectiva con Argentina. Hay una parte no racional y más emocional, y siempre he creído que si llegara a tener diez años de un buen gobierno, el destino de Argentina podría cambiar. Pero eso no se lograría en un sólo en un gobierno. Argentina tiene los recursos para cambiarlo en diez años. Vivimos en estado de anomia y falta de respeto a las normas y eso es universal, regional y nacional. El modelo económico de la globalización está excesivamente 'financierizado' y la nueva materia prima que nadie paga y que está creando imperios económicos son los datos personales convertidos en big data. El modelo genera desigualdad. Incluso cuando disminuye la pobreza, la desigualdad sigue existiendo. Y parte de la justificación de los movimientos de revuelta es la falta de respeto a la ley y la mala distribución de la riqueza. Tengo mis dudas de que se produzca crecimiento con equidad, porque la equidad es una consideración moral. En cambio, creo en el crecimiento con redistribución del ingreso.

MS/ CP