El 26 de agosto, Mauricio Macri y Sergio Massa compartieron escenario para pedir "transparencia" en las elecciones de octubre. Intercambiaron algunas chicanas y el líder del PRO se fue del Hotel Sheraton con la confianza de que tenía un aliado seguro ante un eventual balotaje.
Casi 30 días después la realidad le dio un duro golpe, ya que el kirchnerismo comenzó a tender puentes con el candidato de UNA, tercero en las encuestas y con un rol definitorio si llega a haber segunda vuelta el 22 de noviembre.
La charla entre Aníbal Fernández y el propio Massa, las reuniones de los Albertos –Pérez y Fernández— y el espanto público de dirigentes massitas al marcar que votarían peronistas (como Luis Barrionuevo, Facundo Moyano y Mónica López). Todas esas señales alertaron al entorno de Macri, que ve fantasmas por todas partes: cada vez están más convencidos que el peronismo podría unirse por completo para enfrentarlos.
La situación actual desconcertó a varios dirigentes que ya daban por sentado un contacto directo entre Massa y Macri. Un operador del hombre de Tigre se lo graficó a Perfil.com: "¿Sabés lo que pasa? después de la conferencia del Sheraton, ellos creían que con un café y una foto operaban que nos conducían. No lo hizo (Néstor) Kirchner, menos va a dejar que lo haga Macri".
El PRO huele traición en breve si es que las tensiones no se calman: "Hace 10 días que Massa no para de agredir a Macri con las mismas mentiras del kirchnerismo", arremetió esta mañana Marcos Peña, mano derecha de Macri, en diálogo con Liberman en Línea (FM Uno 103.1).
Luego recordó el pasado del exjefe de gabinete de Cristina Fernández de Kirchner: "Por ahí se vuelven a juntar, como han estado juntos en otro momento".
Patricia Bullrich eligió ir un poco más allá y directamente habló de "impunidad": "Scioli, Massa, Alberto Fernández y Aníbal Fernández serán los garantes del continuismo y la impunidad. Se quiere perpetuar en el poder para seguir degradando con la corrupción la vida de los argentinos".
Massa cree que puede llegar a un balotaje, algo que, según Peña, es imposible y esa es la razón por la cual “el kirchnerismo lo infla”. Faltan 34 días para las elecciones y las conversaciones no cesan. Por lo pronto, cada candidato manda mensajes públicos y privados.
(*) De la redacción de Perfil.com.