Los primeros cinco días del gobierno de Cristina Fernández y de la nueva conformación del Parlamento, dejaron en claro la lógica del funcionamiento político del kirchnerismo en el Congreso, que no difiere en líneas generales de lo ocurrido en los últimos cuatro años y medio.
Las mayorías parlamentarias del oficialismo seguirán, como es lógico, en consonancia con los deseos de la Casa Rosada y serán custodios de la imagen del gobierno sin empacho. Respaldarán todas las iniciativas políticas del Ejecutivo y en los temas sensibles esperarán las definiciones de la flamante Presidenta.
Así ocurrió en el Senado (la única de las Cámaras que sesionó esta semana) con la sanción definitiva, casi en tiempo récord, de la ley que elimina en forma gradual el sistema de pago a los asalariados con vales para supermercados y restaurantes.
Cristina Fernández se vio obligada a respaldar, tal vez sin quererlo y en forma indirecta, al jefe de la CGT, Hugo Moyano, quien -a 24 horas de su asunción- amenazó con llenar la Plaza de Mayo y enfrentarla si no defiende los intereses de los trabajadores (que sonó a sus intereses políticos y sindicales).
Algo que no le debe haber caído en gracia a la mandataria, quien un día antes había dicho que no sería gendarme de las ganancias empresarias ni parte de internas sindicales.
La jefa del Estado avaló -a través de su ministro de Trabajo, Carlos Tomada- el proyecto que termina con los tickets, del principal asesor jurídico cegetista Héctor Recalde, hombre del camionero. Sólo en horas, se convirtió primero en dictamen de comisión y en ley en la Cámara Alta. Aunque una semana antes se había frustrado.
La premura en el tratamiento se debió a la denuncia judicial y mediática de Recalde, (cámara oculta incluida) sobre un intento de soborno por parte de empresas que manejan el negocio de los también llamados ticket canasta.
Con esto se buscó dejar al gobierno libre de cualquier sospecha de corrupción y le sirvió también sin esperarlo, al radicalismo para retener la comisión de Trabajo. Tras la denuncia, el kirchnerismo desistió en recuperarla. Estaban frescos los recuerdos de la polémica ley Banelco y se quiso evitar suspicacias y presiones, así como alguna movida empresaria, como la publicación de solicitadas en contra de la ley.
También, con la norma el gobierno podría equilibrar las cargas mediáticas que en los hechos significó que Cristina de Kirchner vaya a gobernar la prórroga de la emergencia económica, una ley que nunca votó siendo legisladora. Aunque el tema quedó sepultado tras el caso de la valija de Guido Antonini Wilson.
Ese tema para ser preciso tuvo su correlato en el Congreso. La opositora Coalición Cívica, reclamó con proyecto de resolución -firmado por el "lilito" Adrián Pérez, la ex ministra delarruista Patricia Bullrich y el ignoto Fernando Iglesias- la presencia del canciller, Jorge Taiana, en la comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara Baja para dar explicaciones sobre la valija caribeña con 800 mil dólares.
Los presidentes de los bloques oficialistas, Agustín Rossi (diputados) y Miguel Pichetto (senadores), salieron a instalar el tema de la operación de inteligencia de los Estados Unidos que luego retomó la misma presidenta al hablar de "operación basura".
Días antes, ambos habían sido confirmados como los hombres de contacto con el gobierno en línea directa con el jefe del Gabinete, Alberto Fernández, según se desprendió la reunión que los tres mantuvieron con la jefa del Estado.
En la Cámara Baja el kirchnerismo todavía tiene que definir los cargos y el reparto de las comisiones. Resta ver que le toca al hasta ahora titular del PJ bonaerense, José María Díaz Bancalari, quien desde la ruptura entre los K y el duhaldismo condujo el bloque del Peronismo Federal y quedó afuera del reparto de cargos en Diputados en esta ocasión, ya que aspiraba a presidir la Cámara o la bancada oficialista.
Se conoció que Rossi le propuso ser el vicepresidente primero del bloque. Aunque el hombre de San Nicolás quedó en contestar. Hay que ver si le convence la idea de pasar de conducir a 20 diputados, como tuvo el PF en su mejor momento, a ser el segundo de un grupo de 140.
El oficialismo en ese Cuerpo divisa como sus principales contendientes a Patricia Bullrich y Eduardo Macaluse (ARI-Autónomo) y escuchan con atención al solitario Claudio Lozano. En cambio, ven como más mesurados al macrismo y el socialismo. En especial, porque sus principales referentes (Mauricio Macri y Hermes Binner) están obligados a mantener optimas relaciones con la Nación de la cual depende la ayuda para sus respectivas jurisdicciones (Capital Federal y Santa Fe).