Es una de las integrantes de ese grupo de mujeres cuyo pañuelo blanco se convirtió en el máximo símbolo de la lucha por los derechos humanos durante la dictadura militar. Hebe de Bonafini, la presidenta de las Madres de Plaza de Mayo, forma parte de la historia argentina por su lucha; sin embargo, en los últimos tiempos muchos han comenzado a verla con otros ojos a medida que sus declaraciones se volvían más duras, al punto de que ha llegado a pedir represión a quienes opinan distinto a ella.
Su militancia comenzó en 1977 de la mano de Azucena Villaflor junto al pequeño grupo que reclamaban por la aparición de sus hijos desaparecidos. La Plaza de Mayo fue el epicentro de su lucha, fue donde empezó a golpear puertas en busca de sus hijos.
Tras el retorno de la democracia, su objetivo fue el enjuiciamiento y la condena de los represores. Durante la década menemista peleó por la derogación de los indultos y contra del modelo neoliberal y su lucha tomó un cariz más político: cruzó las fronteras, apoyó al ejercito Zapatista, a las FARC y a la organización separatista vasca ETA.
En 2001, festejo el atentado a las Torres Gemelas: "Sentí alegría. No voy a ser hipócrita, no me dolió para nada", dijo en una oportunidad.
Nunca lo ocultó su adoración por el cubano Fidel Castro y con la llegada del venezolano Hugo Chávez y el boliviano Evo Morales a las presidencias de sus países, su presencia internacional creció.
Pero fue recién el 25 de mayo del 2003, el día de la asunción de Néstor Kirchner, que Hebe de Bonafini comenzó a sentirse a sus anchas con un Gobierno argentino porque fue el kirchnerismo el que la apañó como ningún gobierno. Se convirtió en una importante defensora de los Kirchner, en la buenas, durante la primera gestión del ex presidente, y sobre todo en las malas, conflicto del campo mediante en la presidencia de Cristina.
La pelea con los ruralista ha convertido a Bonafini en una virulenta vocera del Gobierno. Hace algunas semana pidió que se le revocase la personería jurídica a dos entidades rurales por sus reclamos y ayer, ella, un ícono de la paz, clamó por represión, “palos y gases” al campo, al que acusó de promover un Golpe de Estado. Hoy es una mujer que pregona lo que siempre condenó: la tolerancia cero.
*Redactor de Perfil.com.