En su gira por el Chaco, una de las provincias más castigadas durante el conflicto con el campo, la titular de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, se reencontró con su ex marido y padre de su primer hijo, Enrique Santos, titular de la Sociedad Rural Chaqueña, con quien se casó cuando era apenas una adolescente de Resistencia y de quien se divorció hace ya 34 años.
Codo a codo, "Lilita" y Santos, que todavía conserva los bigotazos que sedujeron a la dirigente política allá por la década del '70, criticaron al Gobierno por su persecución al campo durante el conflicto por las retenciones y por la actitud indiferente que adopta hoy, cuando los productores rurales dicen "estamos peor que el 11 de marzo".
Carrió, que está de gira por el interior del país con su delfín en la Capital Federal, Alfonso Prat-Gay, prefirió no hablar del rol del gobernador Jorge Capitanich, el primer "arrepentido K" con el campo. Sólo se limitó a decir que quedó muy mal visto dentro y fuera de su provincia.
Santos, por otro lado, no oculta su enojo con "Coqui", como se conoce al ultrakirchnerista mandatario, que cuando Cristina visitó la provincia lo presentó como el "Señor Gorila Santos". Para el ruralista, Capitanich tiene un doble discurso, hecho se que comprobó ayer cuando el gobernador chaqueño pidió perdón a todo el campo.