El reconocido arquitecto tucumano César Pelli se quejó esta semana por haber sido desplazado arbitrariamente de la obra para restaurar la vieja estación terminal de Mar del Plata. La obra quedó en manos del empresario mediático y hotelero Florencio Aldrey Iglesias, y la adjudicación generó una polémica profunda. Pelli dijo en una conferencia de prensa, esta semana, ante otros arquitectos: “Se la dieron a una persona muy acomodada del Gobierno”.
La suerte de la restauración de la vieja terminal se decidió en una reunión en el Hotel Hermitage de esa ciudad una tarde de enero de 2011. El gobernador bonaerense, Daniel Scioli, había convocado a los dos empresarios que querían quedarse con la obra para ver si podía llegar con ellos a un acuerdo sin tener que abrir una competencia. Además de Iglesias, la restauración era pretendida por el Grupo Corporativo Roig, de España, que incluía a Pelli como el arquitecto que se haría cargo de la remodelación del edificio. En la reunión estaban, además, el intendente de la ciudad, Gustavo Pulti, empresarios locales asociados a Francisco Roig y el propio Scioli. Según relata el libro El candidato, la biografía no autorizada de Scioli, en el encuentro Aldrey le advirtió a Roig, bajo la mirada atenta del mandatario, que se había equivocado de socios y que sin él no podría quedarse con la obra. Roig, ante la influencia política que tenía Aldrey, desistió de participar en la licitación y la restauración de la vieja terminal quedó en manos del “Gallego”, como conocen a Aldrey los marplatenses. Es una iniciativa de 100 millones de pesos y el empresario la quiere convertir en un shopping de 40 mil metros cuadrados.
“Acá el culpable de todo es Pulti, que pidió a Pelli y después lo desplazó de la obra para dársela a Aldrey”, graficó a PERFIL el empresario Roberto Fiocca, uno de los que llevaron a Pelli aMar del
Plata.
Aldrey Iglesias tiene 81 años y algunos lo llaman, irónicamente, el dueño de Mar del Plata. Y casi lo es: posee el multimedios La Capital (que incluye el diario, radios y cable), una inmobiliaria, varios locales comerciales, el Hotel Hermitage y el NH Provincial. Este último se lo debe a su amigo personal Daniel Scioli. Se lo adjudicó, a cambio de un canon mínimo, por un plazo de treinta años, al poco tiempo de asumir su primer mandato.El lazo que une a Scioli con Iglesias fusiona amistad con negocios: se refiere a él como a un “segundo padre”, y desde que está en el poder se lo retribuye con acuerdos comerciales.