En los últimos cuatro meses, el Gobierno perdió a sus generales más eficaces en el arte de influir sobre la Justicia, tejer equilibrios en el mundo del PJ y poner un orden funcional dentro de la SIDE. En nombres propios, se deshizo de los míticos operadores Javier Fernández, Juan Carlos “Chueco” Mazzón y los ex de la Secretaría de Inteligencia Francisco “Paco” Larcher y Antonio “Jaime” Stiuso. Todos dirigentes de perfil bajo, que sobrevivieron y se desarrollaron durante años a la sombra del poder.
Según cómo se lea, Cristina Kirchner los echó porque conspiraban para debilitarla o, por el contrario, la Presidenta radicalizó el rumbo de su gobierno hasta volverlos prescindibles. Lo cierto es que la proximidad del fin de ciclo aceleró fricciones preexistentes.
Hace casi un mes, CFK echó al Chueco Mazzón de la coordinación general de Asuntos Político Institucionales, un cargo que ocupaba desde el inicio de la administración K. Mazzón era una especie de empleado de planta permanente del peronismo, y su expulsión funcionó como un empujón hacia otra rama del PJ: muy posiblemente, Mazzón termine anclando en el sciolismo, aunque su pase todavía no se haya formalizado.
“Cristina cambia su lógica, se pelea y, entonces, los mediadores quedan del lado del enemigo”, opina el ex jefe de Gabinete de Néstor Kirchner, Alberto Fernández. Para él, “el Chueco priorizaba ser competitivo en el armado político, mientras que Cristina quería impulsar a los de La Cámpora”. El nuevo secretario presidencial, Eduardo “Wado” de Pedro, es uno de los reemplazantes de Mazzón designados por la Presidenta.
Sobre los cambios en la ex SIDE, recién hace pocos días se cerró la ceremonia de descabezamientos que había empezado en diciembre, cuando Cristina Kirchner decidió sacar al número uno y al dos, Héctor Icazuriaga y Francisco Larcher, y al director de Operaciones, Antonio Stiuso.
El vicerrector de la UBA y vicejefe de la SIDE durante el gobierno de la Alianza, Darío Richarte, anunció hace una semana que renunciaba a su cargo en la Universidad. Desde su paso por la SIDE, Richarte construyó y mantuvo una sociedad informal con parte de la estructura encabezada por Stiuso.
La tercera pata de ese equipo orientado al lobby sobre la Justicia la completa el veterano operador Javier Fernández. Si bien todavía ocupa una silla en la Auditoría General de la Nación, Fernández ya entró en la lista negra del cristinismo, y fue reemplazado de facto en su rol de transmitirle al fuero federal los intereses del Gobierno.
Con Fernández out y en un ataque de jactancia, el viceministro de Justicia camporista, Julián Alvarez, se anotó como un gol propio el reciente fallo del juez Daniel Rafecas, que desestimó la denuncia de Alberto Nisman contra la Presidenta.