Nadie sabe si el gobierno de Mauricio Macri "transformará la Argentina", tal como prometió el mandatario durante la primera asamblea legislativa. Pero a simple vista, el primero de marzo en el Congreso de la Nación todo cambió, al menos, de lugar.
Julio De Vido, que durante 12 años estuvo en el apartado de ministros nacionales, ahora se tuvo que conformar con una banca, perdido entre los diputados del Frente Para la Victoria (FPV). Se sentó junto a José Alperovich, que también extrañó el cajón de gobernadores, que ahora lideraba María Eugenia Vidal en lugar del bonaerense Daniel Scioli.
No estaba Máximo Kirchner, el emblema de la "resistencia K". No se escuchó el "che gorila" que Cristina Fernández convirtió en un clásico. Tampoco se vieron papelitos ni remeras contra un medio de comunicación. Aún así no faltó la tensión.
Se las arreglaron los camporistas Andrés "Cuervo" Larroque y Mayra Mendoza, los más eufóricos, para enfrentar cada vez que pudieron al presidente. La diputada golpeó su banca de la bronca en distintos pasajes y se ocupó darle réplica al discurso principal. "¿Qué decís del impuesto a las ganancias si ahora pagan hasta los jubilados?", lanzó.
La propia líder camporista fue la protagonista del cruce más picante que hubo en toda la jornada. Cuando la vicepresidenta Gabriela Michetti pidió silencio para que Macri continúe su discurso, Mendoza se levantó y le contestó: "Respeten ustedes al pueblo". Macri tuvo que intervenir y le pidió al bloque kirchnerista que "respete el voto de la democracia".
El clima, sin embargo, estaba tenso en el recinto desde antes de que el presidente ingresara. En las paredes y en las bancas kirchneristas había carteles que chicaneaban al macrismo: "Riqueza 1, Pobreza 0", "Basta de despidos", "Pesada herencia, monopolios mediáticos".
El PRO siguió con su política de no confrontar. El más enfático fue el jefe de bloque oficialista Nicolás Massot. El joven legislador explotaba en aplausos con cada definición fuerte de su líder político. En la banca de al lado, apenas a unos pocos centímetros, había otro legislador que explotaba pero de la bronca.
Se trata del exministro de Economía Axel Kicillof, que pasó malos momentos cada vez que Macri le recriminaba la inflación o el déficit al gobierno kirchnerista. Massot aplaudía y la cara del exministro lo decía todo.
El bloque del FPV, por primera vez opositor, tuvo un momento de distensión: cuando Macri cometió un furcio y leyó una oración por segunda vez. "No, esto ya lo leí", dijo el presidente. Los kirchneristas, que siempre se ufanaron de la capacidad retórica de Cristina Fernández, gritaron: "Ni leer podes".
Pero el error de Macri no fue el único furcio del PRO. Antes de que se diera comienzo a la cadena nacional, Michetti se trabó para leer el acta formal de iniciación de la asamblea legislativa. Entonces fue el propio Kicillof, que caminaba de un lado a otro, el que se ocupó de reírse.
"No nos enganchamos en esa, que hagan lo que quieran", lanzó, cortito y al pie, el jefe de gobierno de la Ciudad Horacio Rodríguez Larreta cuando Perfil.com le preguntó por la hostilidad K. "Me parece inadecuado, a un presidente que recién está asumiendo, ponerlo en esa situación", reflexionó el peronista Darío Giustozzi.
Siempre, en el Congreso, hay un "judas". La figura del traidor, amena en la política, durante un buen tiempo la ocupó el mendocino Julio Cobos por su "no positivo". Hoy debutó, quizás, su reemplazante: es el extitular de ANSES, Diego Bossio, que dejó al bloque K sin mayoría.
"Yo me comporté de un modo adecuado", dijo, en un breve diálogo con este portal. "Sí me hubiera gustado escuchar más definiciones económicas y detalles sobre el acuerdo con los holdouts", apuntó, de forma moderada, el hombre ahora distanciado del kirchnerismo.
Después de todo, la política macrista siempre apuntó al diálogo y al consenso. Y, quizás, el opositor que mejor lo comprendió fue el tigrense Sergio Massa. En el Salón de los Pasos Perdidos, sólo faltaba una música amena que completara la escena de reconciliación entre el excandidato a presidente y quien fuera el primer hombre en darle su apoyo.
Es que Giustozzi, que lo acompañó a Massa en 2013 para ganarle al entonces candidato de Cristina Martín Insaurralde, se distanció sorpresivamente cuando el tigrense incorporó a Francisco De Narváez al Frente Renovador. Pero, durante la jornada de hoy, ambos se acercaron y se fundieron entre abrazos y saludos afectuosos. "Yo le tengo un gran cariño", remató Massa.
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