A dos años de la muerte de Néstor Kirchner queda el recuerdo de un ex presidente, de un hombre político que, después de Eduardo Duhalde, le tocó reencauzar el país. Kirchner debió recuperar la autoridad política con muchos seguidores, y tuvo una participación importante en la historia argentina.
En los comienzos, él tenía otra idea de una convocatoria a sectores no afines o no peronistas con la intención de construir una propuesta superadora de transversalidad y de pluralidad, algo que hoy ha quedado en lo opuesto.
Ahora hablamos de un pensamiento único, de una hegemonía en las cosas, de una falta de tolerancia y esas son las dicotomías que se plantean con aquel líder inicial. Inclusive, en el comienzo del mandato de la actual presidente Cristina Fernández, ya hubo un viraje respecto a esa idea original.
En la época de Kirchner se hablaba de la alternancia en el poder, aunque resignó la posibilidad de un segundo mandato. En las conversaciones que mantenía con él, me decía que ocho años era 'una barbaridad' y que se iba a producir un desgaste muy grande, y en ese sentido no se equivocó.
Las segundas gestiones, si no se encauzan bien o si se quiere gobernar para intentar lograr otro mandato, como lo que se pretende hacer reformando la Constitución Nacional, no es bueno ni sano. No es la base de la democracia, que es la alternancia.
(*) Ex vicepresidente 2007-2011. Dirigente radical. Columna difundida por la agencia DyN.