En 1953, Fermín Cobos y su esposa Azucena dejaron Villa del Parque, en Buenos Aires, y se mudaron a Mendoza. Ella era costurera y él, empleado de Rentas y militante peronista. Junto al matrimonio viajaron las dos hijas, Alicia y Analía.
El 30 de abril de 1955 nació Julio César, que también se llamó Cleto, como el abuelo, para perpetuar en el nieto varón los sueños propios de avance y bienestar. De hecho, el abuelo le auguró un destino de presidente aunque durante su infancia Cleto estaba más preocupado por el sóftbol que por la política. " Él nunca jugó al fútbol como otros chicos y su afiliación al radicalismo fue recién en los noventa, aunque desde estudiante tuvo inquietudes sociales", relata Alicia ahora.
La hermana de Cobos tiene 61 años. Está separada, tiene una hija de 32 años y una nieta de 9. Entre el 2003 y el 2007, durante la gobernación de Julio, ella fue asesora de la Dirección General de Escuelas. Es socióloga y maestra, aunque se jubiló. Aprovecha su tiempo libre para viajar.
El 17 de julio estaba en las Cataratas del Iguazú. Minutos antes de que Cobos anunciara que su voto era "no positivo" y así cerrase el debate en torno a las retenciones, Alicia dormía con su nieta en un hotel brasilero donde, según ella, no llegaban canales de televisión locales.
Cuando a la madrugada le avisaron por mensaje de texto que había empate, no se inmutó. "Julio va a votar por el no, sigamos durmiendo", le dijo a la nieta. Y todavía ahora se sorprende por la reacción social que provocó el pronunciamiento del vicepresidente. "Para mí era una decisión que estaba clara, porque él nunca votaría una ley que no haya sido fruto del consenso. Él ha dicho que votó con el corazón, pero yo creo que fue un producto de la inteligencia. Si dividís un país, no podés gobernar".
