Se espera que este lunes la paralización de la actividad sea total, con una participación masiva de organizaciones gremiales de todas las vertientes, desde los negociadores de la CGT hasta la izquierda dura, que planea piquetes en los ingresos a Buenos Aires. Pero, más allá de esta contundencia, no existe un liderazgo unificado que pueda sacar partido de esta medida con una negociación posterior, siguiendo el leitmotiv vandorista: golpear y negociar. El principal aglutinante está hoy en el reclamo colectivo de una reapertura de paritarias, donde el 25% de aumento que firmó Camioneros aparece como un piso antes que un nuevo techo.
Los cegetistas más duros anticipan que el deterioro de la situación social y económica obligará a los negociadores a sumarse a nuevas medidas y anticipan que esto es solo el comienzo. En particular, se señala que el fuerte ajuste del gasto público afectará incluso a los gremios más conciliadores, que en casi todos los casos dependen de subsidios o la iniciativa pública para garantizar su nivel de actividad y sus salarios. Los más moderados afirman, por su parte, que la medida permite descomprimir para avanzar en un esquema de ajustes salariales en varias etapas, que permitirá llegar a fin de año con un aumento en línea con la inflación.
Todos coinciden en un punto: están decididos a avanzar con reclamos para ajustar los salarios a las nuevas expectativas de inflación.
Es, por ejemplo, el caso de la Unión Tranviarios Automotor (UTA); su secretario de prensa, Mario Calegari, explicó a PERFIL: “Hay un cambio de escenario, firmamos el 15% con una cláusula de revisión y ahora hay que conversar porque lo que cambió no fue algo que hicimos nosotros, la inflación se disparó”. También admitió que cualquier ajuste que se acuerde en estas semanas también estará sujeto a una nueva revisión: “El panorama es muy incierto”. Su caso no es una excepción, porque enfrentan un proceso similar otros gremios estratégicos, como el de los empleados de comercio, que lidera el dialoguista Armando Cavalieri.
Fortaleza. La huelga general convocada por la CGT –después de un malogrado intento de negociación con el Gobierno– consiguió el mayor nivel de adhesión de la última década. Superará sin dudas a las dos huelgas anteriores contra el gobierno de Mauricio Macri (especialmente la de diciembre pasado, convocada de apuro por la reforma previsional y los incidentes fuera del Congreso). También logrará una adhesión mayor en comparación con todas las medidas efectuadas contra el kirchnerismo, porque solo una parte de la CGT y las CTA –divididas entre oficialistas y opositores– adhirió a esas medidas de fuerza.
Todas las corrientes internas de la central peronista serán parte de esta medida, con las oficialistas 62 Organizaciones, que lidera Ramón Ayala, como única excepción. La Corriente Sindical de Sergio Palazzo confirmó que todos sus gremios serán parte del paro, incluidos los bancarios, que anticipan una fuerte adhesión. Lo propio hizo el Movimiento Argentino de Acción Sindical, que sumó a gremios estratégicos como la Unión Ferroviaria. También el moyanismo más duro será de la partida a pesar de sus diferencias con la conducción de la CGT.
En el sector aeronáutico la adhesión será plena, según confirmaron los Sindicatos Aeronáuticos Unidos. La única firma que intentará operar el lunes es la low cost Flybondi, pero incluso en este caso dependerá de los servicios de control aéreo y de pista, que no están garantizados en la mayoría de los aeropuertos del país.
Tras el paro, la expectativa es que se pueda logar una reunión con el Gobierno, con el reclamo salarial en el centro de la agenda. Sin embargo, las medidas de protesta continuarán. De hecho, el próximo martes habrá un evento sin antecedentes: la Uocra y la Cámara de la Construcción realizarán una conferencia conjunta para denunciar la desfinanciación de la obra pública. Gerardo Martínez denunciará que hay cerca de 40 mil puestos de trabajo en peligro.