María Martha Cavallaro fue testigo del ascenso económico vertiginoso que significó acercarse al círculo del juez federal Norberto Oyarbide, quien en las últimas décadas siempre se caracterizó por su sintonía con los gobiernos y el sugestivo récord de ser el magistrado con más pedidos de juicio político en el Consejo de la Magistratura. La llegada a la intimidad de Oyarbide fue a través de su ex esposo, Ariel Roperti, a quien una investigación del programa Periodismo para todos llegó a calificar de “valijero” de Oyarbide. Por primera vez, Cavallaro revela los entretelones del acceso y la ruptura con el mundo del juez, y el infierno en que terminó su matrimonio.
“Te voy a sacar hasta los dientes. Despertaste a un hijo de remil putas. Si tengo que gastar mi vida para matarte de hambre y hacerte mierda física y psicológicamente, te lo voy a hacer porque tengo todos los medios. (…) Voy a ir todos los días hasta que me des a mi hija, y después te la voy a sacar judicialmente, estúpida”. Ariel Roperti le dejó dos mensajes muy claros a su ex mujer: que estaba enojado y que tenía poder. Cumplió la amenaza y hace un año obtuvo la tenencia de sus dos hijas, de 11 y 13 años, y una orden de restricción contra su mamá. En pocos años, Roperti pasó de una vida modesta a otra con todos los lujos. Se le atribuyen acciones en diferentes sociedades, cuatro automóviles Porsche, una camioneta Ram, una casa en Cariló en 1.400.000 dólares, otra en el country Abril de 800 mil dólares y un departamento en el Faena que alcanzaría los 600 mil dólares.
Todos los bienes son parte de un divorcio conflictivo con Cavallaro, la mujer que fue testigo del repentino crecimiento económico de Roperti y del salto que pegó en el mundo de las finanzas a partir de su amistad con Oyarbide y su pareja, Claudio Blanco, un ex ‘arbitro de básquet convertido en empresario.
—¿Por qué dice que Ariel Roperti es capaz de cualquier cosa?
—Con el correr del tiempo fui deduciendo un montón de cosas. No tengo las pruebas, pero sí muchas sospechas.
"Cuando lo conocí, Roperti estaba desempleado. No tenía un peso. De repente, pasamos a vivir en un country y a viajar afuera”.
—¿Como qué?
—Cerca del 2011... él tenía un socio en Carlos Casares. Fue muy conocido el caso: Jorge Cerdá, el empresario agropecuario. Era su socio y muy amigos. Un día apareció muerto en un arroyo, cuando él le tenía miedo al agua. ¿Cómo puede ser que una persona se suicide con algo a lo que le tiene miedo? No me cierra. A mí (Roperti) me amenazó de muerte, dijo que iba a dejarme sin poder caminar, pero hasta ahora no me pasó nada. Otro episodio que me genera dudas es cuando le pegaron un tiro al socio. Fue una situación rara porque lo golpean, le pegan el tiro en la ingle pero no le roban nada. Antes de escapar, le prenden fuego a la camioneta. Yo vivía con miedo cuando estaba con él. Lo que él promete, lo cumple.
—¿Cómo fue el cambio económico?
—Yo laburé toda mi vida de empleada, gané mi sueldo. Cuando conozco a Roperti, estaba desempleado, no tenía un peso partido al medio, no tenía casi para comer; yo por miedo a quedarme sola me junté con él. Comíamos con la manutención que le pasaba el papá biológico de mi hija mayor. De repente, Roperti empezó a hacer trabajos de contabilidad. Pasé de vivir en una casa modesta en Quilmes a un country y viajar afuera cuatro veces por año.
—¿Qué hacía él?
—Empezó a manejarse mucho con la Afip, tenía un inspector de Junín que le daba los trabajos y le decía qué empresas tenían problemas y entre ellos se arreglaban después. Como una extorsión. El inspector le daba el trabajo, le decía cuál era el problema que tenía la empresa, lo arreglaba y después iba mitad o porcentaje cada uno. La mayor parte se la llevaba Roperti. Tiene muchos contactos con inspectores de la Afip en Carlos Casares, Junín, Treuque Lanquen, Bragado, General Pico, La Pampa. Yo lo acompañaba.
—¿Es muy poderoso?
—Sí. No sé calcular cuánto dinero tiene, pero sé que es muchísimo. Se llevó todo. Vació cuentas... Teníamos a nombre de los dos una cuenta en el exterior que vació completamente y él tenía otra a nombre de sus padres y creo que debe tener otras. Nada tiene declarado en la AFIP, está todo a nombre de sociedad, es bastante astuto. Aparte, tiene muchos contactos, para mi gusto, demasiados para una persona común. Compra todo con plata, a todo el mundo.
—¿Cómo llega a conocer a Oyarbide y a Blanco?
—Nos conocemos con Norberto un 15 de enero de 2010 por medio de unos amigos que habían sido socios. Nosotros estábamos sentados en la Stampa, cenando, habíamos dejado a las nenas en Cariló. En ese momento ya teníamos un target bastante alto. La relación era amena, sana, después no sé qué trataban entre ellos de forma privada. Ibamos a muchas cenas, muchas fiestas. Ellos tenían su momento en que se reunían solos. Eramos como su familia. Norberto y Blanco son padrinos de dos de mis hijas.
—¿Notó en Blanco un salto económico a partir de esa relación?
—¡Sí! Es un chico que venía del Chaco, un pibe que apenas sabía hablar.
—¿Roperti lo impulsó?
—Por supuesto, para tenerlo al lado a Norberto. De eso no me cabe la menor duda.
"A Blanco lo impulsó mi marido, para tenerlo al lado a Norberto (Oyarbide). De eso no tengo ninguna duda".
—¿Conformaron sociedades?
—Tenía entendido que sí. Yo me metía de prepo en la oficina porque siempre fui cornuda, yo quería saber qué movimiento estaba haciendo para saber si me estaba engañando o no. Yo no tenía manejo de la plata, mi vida era mis hijas, el colegio... bueno, él me compraba el mejor auto, me llevaba a los mejores lugares, me compraba ropa, relojes, alhajas, todo para tapar lo que hacía tanto en lo personal como en lo laboral. Siempre venía con algo para, de alguna manera, tenerme callada. Y yo me quedaba callada.
Archivo 2014 | Un socio del novio de Oyarbide fue investigado por una denuncia de lavado
—¿Qué beneficio tenía Roperti con la amistad con Oyarbide?
—Tuvo mucho. Roperti dio el salto cuando conoció a Norberto. Explotó con Oyarbide. Estuvo cerca de (Ricardo) Echegaray, de Aníbal (Fernández), (Julio) De Vido. Cuando falleció el hijo de De Vido le pusieron un avión a Norberto para viajar al sur y tuvimos que salir corriendo porque Ariel se quería sumar al velorio. El beneficio era sacarle contactos, que lo presente en diferentes lugares. El utilizó mucho el nombre Norberto Oyarbide. Norberto los llamaba y les decía: “Hola, negrito, estoy con un amigo acá, mañana te quiere ir a ver, por favor atendelo de maravilla que es mi compadre”.
—¿Cómo fue el cambio de Blanco?
—Era un pibe que apenas se le escuchaba la voz. No es por desmerecer, pero venía de Chaco. Yo fui a la casa de él, era muy humilde. De ser esa persona humilde que abría la boca sólo para comer pasó a ser una cotorra, a vestirse con las mejores marcas. Le usaba la ropa a Norberto, los perfumes, las joyas... Hubo una disputa por una pulsera de oro y rubí que primero me la quiso regalar a mí. Yo me hice la tonta. Siempre hubo disputas con las joyas porque Blanco las quería todas para él.
“Norberto sabía de los golpes”
María Martha Cavallaro describe a su ex marido, Ariel Roperti, como una persona violenta. El juzgado de familia Nº 2 de Quilmes le prohibió a Callavaro acercarse a las nenas, pese a las denuncias de maltrato físico y amenazas que había presentado su abogado, Hugo Icazati.
—¿Tiene temor de que le ocurra algo similar?
—Sí, obvio. Tengo miedo por mí y por mis hijas, porque es una persona muy violenta. Mis hijas también sufrieron violencia física. Siempre fue violento pero se fue agravando con el tiempo. Cuanto más ganaba, más violento se ponía.
—¿Oyarbide sabía de los golpes?
—Estando Norberto en mi casa, en el piso de abajo, Ariel me ha pegado, insultado, estando en mi dormitorio y Norberto abajo. Sabía porque yo se lo conté. Me miró y no me dijo nada. Nunca me protegió. Ahí me di cuenta de que no era nada para él, tanto que me decía que me quería... me sentí una mierda. Norberto me bajó el pulgar, se olvidó de mí y de mi hijas. Nos dejó. Yo me siento abandonada por él. Yo fui una figurita para ambos. Era la primera dama de los dos. Era la linda, la impecable, pero después de eso ya no existía. No era nada.