POLITICA
Responsable de crmenes de lesa humanidad

Confirman que el represor Hoya murió de causa natural

Lo confirmó una autopsia ordenada por el juez Ariel Lijo. Su muerte en el Hospital Militar generó suspicacias, por la cercanía con el deceso por envenenamiento de Héctor Febres.

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El ex represor y mayor retirado del Ejército Santiago Hoya, de 83 años, que el martes último fue condenado por secuestros y desapariciones de militantes montoneros durante la última dictadura, murió "por causas naturales" en el Hospital Militar.

Así lo revelaron fuentes judiciales que tuvieron acceso al informe de la autopsia realizada ayer a la tarde en la Morgue Judicial porteña por funcionarios del Cuerpo Médico Forense al ex represor, el segundo que muere detenido en la última quincena, detrás del prefecto Héctor Febres.

La gran diferencia es que el prefecto que actuó en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) murió envenenado con cianuro y ahora la jueza de San Isidro, Sandra Arroyo, investiga si se suicidó, asistido por alguien que le acercó la pócima letal, o directamente lo mataron.

Hoya fue encontrado muerto a la mañana del jueves dentro de la habitación que ocupaba en el Hospital Militar, ubicado en el porteño barrio de Palermo, donde recibía atención médica por varios problemas de salud que lo aquejaban.

Por esas dolencias había justificado, el martes pasado, no estar sentado en el banquillo de los acusados presenciando la condena a 25 años que le impuso el juez federal Ariel Lijo, en la vista oral del juicio por el secuestro y la desaparición de cinco militantes montoneros, en 1980.

En prisión preventiva había pasado 5 años, 5 meses y 9 días detenido, que mayormente cumplió en su casa del barrio Alfar de Mar del Plata.

El juez Lijo detalló en su fallo que Hoya iba a cumplir su condena a un cuarto de siglo de encierro, exactamente, el 12 de julio de 2027.

Una trayectoria olvidable. Oriundo de Cruz del Eje, Córdoba, Hoya era mayor del Ejército en los años '60, cuando debió retirarse de la fuerza a raíz del choque entre las facciones internas denominadas "azules" (dialoguistas) y "colorados" (antiperonistas acérrimos), grupo éste último en el que participaba.

Tomó parte de la represión al "Cordobazo" y otras protestas en esa provincia, donde llegó a ocupar la subjefatura de la polícia cordobesa durante la dictadura del general Juan Carlos Onganía.

Pese a haberse retirado del Ejército, fue incorporado como agente del Batallón 601 de Inteligencia -auténtica central de la policía política durante la dictadura de las Juntas Militares- y allí actuó con los alias de "Villegas" y "Pancho" en los grupos de tareas represivas.

Incluso la dictadura militar -con el aval del entonces Gobierno del presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan - lo envió a Honduras junto a otros oficiales a organizar e instruir a la "contra" nicaragüense que combatió al sandinismo y a los escuadrones de la muerte de Centroamérica.

El 24 de marzo de 1980 -coincidiendo con el cuarto aniversario del golpe militar en Argentina- fue asesinado en San Salvador su arzobispo, Oscar Romero, cuando oficiaba misa.

Una bala de fusil le atravesó el corazón y en Centroamérica siempre se sospechó que el francotirador era un argentino.

La ex militante montonera y sobreviviente de la represión ilegal Silvia Tolchinsky, que actualmente vive en Barcelona, conoció en los centros clandestinos de detención a Hoya y en el juicio contra éste testimonió que al militar " todos le tenían pánico".