En medio del dolor que le provoca la muerte de su marido, a Cristina Fernández de Kirchner se le presenta el desafío más importante de su carrera política: asumir realmente la presidencia y darle a su gobierno el estilo y el contenido que la omnipresencia estelar de Néstor Kirchner no le habían permitido hasta ahora.
La Presidenta hizo toda su carrera a la sombra de su marido, a quien reconocía como su jefe político. Tanto fue así que su gabinete es prácticamente el mismo que el que acompañó a Néstor Kirchner en su mandato, entre 2003 y 2007.
En algún momento, antes de su llegada a la primera magistratura, se especuló con que Cristina cambiaría a algunos funcionarios muy identificados con su marido, como el ministro de Planificación, Julio De Vido, o el secretario de Comercio, Guillermo Moreno.
Incluso la salida del primer jefe de Gabinete, Alberto Fernández, puede ser interpretada como el paso en falso de un político perspicaz que, luego de haber servido en ese puesto durante cuatro años a Néstor Kirchner, impulsó una mayor autonomía política de Cristina.
Ahora, debido a lamentable la muerte de su marido, la Presidenta debe optar entre seguir como hasta ahora, pero sin el conductor político real, o darle un sello propio a su gobierno. Las dos alternativas presentan riesgos, pero es en estos momentos, en medio del dolor personal y de las necesidades de la profesión, dónde se aprecia de qué madera está hecho cada uno.
Con todo, en el contexto aparecen elementos positivos, como la solidez de la economía nacional y un consenso social a favor de las soluciones políticas, es decir negociadas y e institucionales. Los elementos negativos son ciertas y poderosas pasiones encontradas desatadas en buena parte por el estilo político de Néstor y Cristina Kirchner, en especial en los últimos tres años.
Pero Néstor Kirchner no ha sido sólo un político que dividía la escena en amigos y enemigos. Fue también un político inteligente y enamorado de su rol y de su país que, literalmente, entregó su vida por su vocación. Tal vez la mejor manera de recordarlo sea apostar por la unidad nacional y encontrar soluciones políticas a todos nuestros problemas y diferencias, convencidos de que en la Argentina hay lugar para todos.
(*) Editor jefe del diario PERFIL y autor de “Operación Primicia”.