El rol de Néstor Kirchner en el gobierno de su esposa tendrá mucho de equilibrismo. Si no se aparta de la escena, corre el riesgo de eclipsarla. Pero si se retira demasiado, hay algunos factores de poder que él mantuvo a raya y podrían llegar a confrontar si Cristina se decide, como dijo, a terminar con privilegios e internas perjudiciales para el país que viene.
Y alguno de los que se sientan desplazados o lastimados por las acciones de Gobierno de Cristina, seguramente del universo peronista, tan afecto a los carteles y las banderas, será seguramente el que sólo para molestar a la Presidenta tire la primera piedra con los carteles de Néstor. Y si no hay perdedores enojados, habrá opositores listos a divertirse con el humor de Cristina, agitando el regreso del hombre que, al fin de cuentas, la puso a ella en la Rosada. No hay que olvidar que los últimos sondeos de opinión le dieron al ex mandatario niveles de aprobación aún superiores a los de la propia Cristina.
Y hay que reconocer que, al margen de las cosas que puedan criticarse, hizo un gran trabajo.