Fue diputado nacional durante los cuatro años de Gobierno de Cambiemos. El debate por la legalización del aborto lo transformó en una de las figuras del PRO. Y hoy es uno de los legisladores que trabaja con el ala “dialoguista” de Juntos por el Cambio desde la Provincia de Buenos Aires.
De origen peronista, Daniel Lipovetzky asegura en una entrevista con PERFIL que el sector moderado debe tener preponderancia, que el PRO se debe “una autocrítica y un balance de los cuatro años” de Gobierno de Mauricio Macri. Además, plantea que “hay que sumar mucha gente que hoy no está representada por el oficialismo” y apoya los ejes de la marcha del 17A pero cree que “no es momento” de alentar manifestaciones.
¿Cómo evaluó el 17A?
La legitimidad del 17A es indiscutible y el derecho a reclamar también. Desde lo político, creo que nuestro rol es tener una visión distinta al oficialismo y aportar desde ese lugar, y ejercer el rol de contralor. Pero también tener en cuenta la responsabilidad de no promover manifestaciones que puedan poner en riesgo la manifestación. Coincido con Horacio (Rodríguez Larreta): no es momento de reclamar causas justas. Así como en su momento fuimos críticos cuando el Gobierno abrió los bancos en abril, ahora no podemos promover aglomeraciones aunque esté de acuerdo con las cosas que se pidieron en esa marcha. En lo posterior: fueron marchas importantes que marcan un agotamiento con el confinamiento. Y la reforma judicial que, claramente, la gente se manifestó que no está acorde a plantear ese debate durante la pandemia.
Tras su apoyo a la marcha del 17A, Macri mostró su oficina en Suiza
¿La marcha no empoderó al sector más duro de Juntos por el Cambio?
Hay que aclarar la idea de dureza y tibieza. Lo que hay es quienes creemos que la mejor manera de construir una fuerza política más fuerte y más amplia es buscar una posición de diálogo para encontrar soluciones para la gente en la pandemia. Por otro lado, hay un sector que entiende más el rol de la oposición como pararse enfrente del oficialismo como no acordar, cuestionar y no dialogar. La separación es entre moderados y radicalizados. Son válidas las dos posiciones. La marcha marcó claramente que hay un descontento y eso marca que todos los reclamos que venimos haciendo desde Juntos por el Cambio, como ir a una cuarentena más “quirúrgica”. Nadie puede arrogarse la propiedad o el triunfo político el resultado de la marcha. El que quiera adueñarse de la marcha se equivoca. Cuando uno es autoridad partidaria no supone que su posición es la de todo el espacio. Hay que respetar las distintas visiones, no calificar al que no piensa igual como “traidor”.
¿Qué opina de la reforma judicial?
No es momento para plantearla. Está bien, es necesaria una reforma, pero para esos cambios institucionales hay que hacerlos en el marco de un debate serio en el Congreso pero fuera de un momento excepcional como en la pandemia. Y además donde no solo se debata unificar fueros o crear nuevos juzgados, sino plantear qué hacemos con la lentitud de la justicia, por ejemplo. El debate tiene que ser profundo, de manera personal. El propio Gobierno es contradictorio: el presidente dijo que no enviaba el proyecto de aborto porque dividía y manda esta reforma judicial que genera mucho debate. O debatimos todo o nos dedicamos a los problemas graves que atraviesa la Argentina por el Coronavirus.
¿Cuál es su análisis de la situación del PRO?
El PRO está en el proceso de transformación: de ser un espacio político que fue oficialista hasta el año pasado y hoy está en la oposición. En ese marco, todavía en ese proceso de cambio para consolidarlo falta un balance de los cuatro años de gobierno y de autocrítica de las cosas que se hicieron bien y qué se hizo mal, pensando que vamos a proponer a futuro a la sociedad. Eso aún está faltando. Es lógico: en realidad era un proceso para marzo y nos agarró la pandemia. Eso obstaculizó el debate interno.
En esa discusión del PRO, ¿no se generaron demasiados roces entre el ala moderada y el ala dura?
Es un debate lógico y es lógico también que dentro de la oposición puedas tener distintas posiciones para pararte frente al oficialismo y al rol opositor. Es momento para la moderación. Primero porque estamos en una situación excepcional que la pandemia genera problemas a diario y la gente espera de nosotros que busquemos puntos en común en la dirigencia política. Y no pararnos en el lugar de oponernos a todo. Y eso no es coherente tampoco con lo que nos quejábamos cuando éramos oficialismo. En ese momento nos quejábamos de un sector del actual oficialismo que hacia oposición por oposición misma. Tenemos que pararnos en la moderación, que es el lugar que reúne a la mayor cantidad de los argentinos. Si ves los resultados electorales, los que apostaron a la polarización perdieron. Hay extremos, hay que considerarlos en la propuesta política. No digo que no estén en nuestro espacio, pero tenemos que estar todos juntos con distintas visiones como ocurre en el Frente de Todos. De hecho, en el Frente de Todos, Berni y Frederic tienen posiciones antagónicas y están en el mismo espacio.
¿Qué opina del rol de Patricia Bullrich como presidenta del PRO?
El gran desafío de las autoridades partidarias es que sus expresiones respondan a todo el espacio. Cuando hablas como presidente de un partido ya no solo te representás a vos sino a todo un partido. Hay que tratar de honrar esa amplitud y ese es el gran desafío de Patricia.
¿Tiene sentido la mesa ejecutiva que se armó tras el comunicado sobre Fabián Gutiérrez?
Está bien. Esa mesa refleja una doble representación: primero de diferentes ideas, integrada por dirigentes políticos con distintas posiciones. Y, por el otro, tiene una representación más geográfica: de la Provincia, de la Ciudad, del Interior y tiene una orientación más federal. La provincia de Buenos Aires tenía que tener representación en el PRO, y hasta antes de esa mesa no estaba. Había que cambiar eso. Por eso es importante la presencia de (Cristian) Ritondo como dirigente, quien tiene un diálogo importante con el oficialismo en el Congreso y una experiencia política enorme por sus diferentes roles, tanto como ministro de Seguridad bonaerense como en la Legislatura porteña. Es la garantía de una posición política amplia. Bajo la idea de armar un espacio con diversidad hay que marcar que todos tienen que entender que hay respetar al que piensa distinto y no atacarlo. Si hay un error para marcar, más allá de una posición política que uno no comparta con los sectores más radicalizados, lo que es incomprensible es que se ataque a los que están en el mismo partido.
¿Hacia dónde tiene que ir el partido a futuro?
Parte del balance que no se hizo es, justamente, cuáles fueron los errores que nos llevaron a la derrota electoral. Uno de los factores, a mi criterio, fue no haber continuado el proceso que se originó en la génesis del PRO: Mauricio (Macri) trajo gente del PJ, de la UCR, de la actividad privada y fue muy amplio. Ese proceso se mantuvo hasta 2015. Cuando ganamos la Nación ese proceso se detuvo y no avanzó, y fue uno de los factores de la derrota. Hay que volver a las fuentes. Aunque soy “bilardista”, Menotti decía que había “que volver a las fuentes”. Esto es lo que tiene que hacer el PRO. No podemos pararnos solo en “los anti”, en el lugar de los “anti peronistas”, sino que hay que sumar mucha gente que hoy no está contenta con el Gobierno, que se considera opositora pero no es anti peronista. También hay sectores del progresismo que podrían sumarse como aliados. Tal es el caso de Margarita Stolbizer o Pablo Javkin, el intendente de Rosario. El futuro de la Argentina son los gobiernos de coalición. Hoy el Frente de Todos es una coalición.
¿Qué futuro tendrá Macri en la oposición?
Mauricio tiene que tener un rol: es el fundador del PRO y un ex presidente, y tiene que tener un rol importante por todo lo que representa. También creo en las renovaciones y hay otros dirigentes que también pueden tener un liderazgo. En este sentido valoro a María Eugenia (Vidal), a Horacio (Rodríguez Larreta) que son dirigentes que han demostrado no solo una importancia electoral por el acompañamiento que han tenido sino, además, han demostrado una enorme jerarquía política a partir de la pandemia con posiciones constructivas, entendiendo el momento. No es fácil de encontrar: muchas veces se busca tener repercusión personal, que en la oposición es más cómoda la crítica permanente, pero no es lo que le sirve a la sociedad ni a la política en el largo plazo si uno quiere volver a disputar el poder.
¿Cómo evalúa a Larreta en la pandemia y en relación a la Casa Rosada?
Horacio hace lo que tiene que hacer cualquier dirigente político que tiene un rol tan importante como dirigir un distrito como la Ciudad. Uno tiene que tratar de trabajar para resolver los problemas de la pandemia. Si eso te hace estar trabajando con Nación, me parece bien. Cuando Mauricio fue jefe de gobierno hasta 2015 sufríamos que no se podía trabajar con la Nación. Cristina Kirchner tenía una posición durísima con Mauricio y lo sufríamos. Ahora que tenemos la posibilidad de hacerlo, lo tenemos que hacer. Ya habrá tiempo para diferenciarnos, pero no ahora fuera de la época electoral.
¿Cuál es el futuro de Vidal en este contexto?
María Eugenia tiene un enorme futuro y puede decidir qué lugar quiere ocupar. Tiene una experiencia de gestión que le da haber gobernado una provincia tan difícil, haber sido ministra de de Desarrollo Social y vicejefa del Gobierno porteño. Está en condiciones de afrontar cualquier responsabilidad pública. Hay que trabajar en fortalecer la construcción política y aprovechar estos dirigentes. Lo que más le cuesta a muchos partidos políticos es tener dirigentes, lo ideal es fortalecerla y no buscar otros dirigentes.
¿Observa una radicalización progresiva del Gobierno?
De alguna manera Alberto no cumplió, hasta ahora, o no pudo cumplir, algunos de sus planteos que realizaba hasta no hace poco tiempo. Tanto en la campaña como en diciembre y el primero de marzo en la asunción de las sesiones ordinarias dijo que iba a ser un Gobierno de unidad y más amplio, y eso no se produjo. Tampoco concreté el Consejo Económico y Social, que es un elemento importante para el futuro de la Argentina. Si bien uno destaca que haya planteado trabajar todos juntos, que haga anuncios con Horacio y Axel Kicillof. Es un símbolo. Pero después no todos los dirigentes están en la misma sintonía. En este sentido, también lo veo al gobernador Kicillof, que le cuesta más aún ese trabajo en conjunto.