—Su dinero ha sido un gran protagonista de la campaña con la que derrotó a Kirchner. Comencemos, entonces, por allí. ¿Por qué en su declaración de bienes personales figura con poco menos de 100 millones de pesos, algo más de 25 millones de dólares, si vendió Casa Tía en 630 millones de dólares y a usted le quedó la cuarta parte, 160 millones de dólares?
—No coincido en que esta campaña tuvo como gran protagonista a mi dinero. Tuvo como gran protagonista a la gente. Y sería menospreciar la decisión de la gente si se la puede comparar con el dinero. Nosotros interpretamos bien esa intención de cambio de la gente y el dinero ayudó a transmitir que nosotros queremos liderar ese cambio.
—El dinero es la herramienta que más lo diferenció a Ud. del resto de los candidatos.
—Tampoco coincido. El que más dinero gastó en esta campaña fue el Estado. Fracasó. Porque no pudo interpretar la decisión de la gente de vivir mejor. No estoy eludiendo la discusión de patrimonio, pero no quiero comparar.
—Vayamos al patrimonio.
—Mi declaración de patrimonio personal es del orden de los 83 millones de pesos. Ha sido presentada, como corresponde, como lo hago todos los años. Y como soy un hombre público, está a disposición.
—¿Cómo llega a 83 millones teniendo 160 millones de dólares?
—Alguna plata la he perdido por el camino, otra plata he gastado, también he ganado. Pero mucho de ese dinero está en tenencias accionarias que están registradas a valor de compra, no necesariamente a valor de mercado. Esa es una condición de las reglas contables, que no las hice yo.
—¿Antes de la devaluación compró con dólares bienes que quedaron valuados en pesos?
—Exactamente. O una sociedad anónima que tiene un capital mínimo de doce mil pesos, y hay bienes que pueden representar muchísimo más. Pero ésa no es una regla que hago yo, es una regla contable, que es la que rige en nuestro sistema contable y de declaración de patrimonio. Entonces, dentro de mi estructura patrimonial hay compañías, en el orden de 25 o 30 compañías, que tienen en sí mismas valores mucho mayores al que está declarado. No porque no está bien declarado, simplemente porque las reglas contables hacen que se declare de esa forma.
—Aun así, no debe haber invertido todos los 160 millones de dólares que recibió por la venta de Casa Tía en la década pasada. Una parte de ese dinero lo debe haber mantenido en dólares o inversiones en el exterior.
—En tenencias accionarias. Pero el dinero que recibí por la venta de Casa Tía no lo recibió Francisco de Narváez. Lo recibieron compañías que lo siguen manteniendo, cuyas tenencias accionarias pertenecen a mí y a otros miembros. O sea, hubo una estructura accionaria de venta que cobró el precio de venta, no necesariamente las personas físicas. Las personas físicas cobraron una parte y las personas jurídicas otra.
—Sus auditores son muy eficaces tributariamente porque 160 millones de dólares son 600 millones de pesos y Ud. logra una valuación del 13%. Este año yo pago más de bienes personales que usted.
—Eso no es ni bueno ni malo. Puede ser parte de cómo está estructurado mi patrimonio. No sé el suyo. Uno, dentro del marco de la ley, puede estructurar su patrimonio de formas diferentes.
—¿Cuánto invirtió en total en esta campaña?
—Acá tengo los gastos de campaña, la rendición de cuentas, le quiero dejar una copia. Y éste es el estimativo final sobre el cual estamos cerrando las cuentas. Inmensa diferencia en cuanto a la inversión del Gobierno, que no les permitió ganar la elección. No es cuestión de dinero. Es cuestión de compromisos y de ideas. Ahora, a la pregunta concreta, no solamente en publicidad. Debe haber impresión de boletas…
—Aquí dice que tuvo 1,5 millón de pesos en gastos operativos y un total de 13 millones de publicidad. Sin embargo, Monitor de Medios, con los descuentos que practica la Cámara de Centrales de Medios, responsable del 60% de toda la publicidad argentina, indica que sólo entre enero y junio en TV y radio Ud. invirtió 19,4 millones, a lo que hay que agregar vía pública, que en su campaña fue muy importante, más todo lo hecho durante el año pasado. La estimación más conservadora coloca su campaña muy por encima de los 35 millones de pesos. ¿Estos 13 millones que Ud. declara en esta planilla es sólo la publicidad que monitorea la Justicia Electoral, o sea avisos de la lista, pero qué pasacon los otros avisos en los que Ud. no pide específicamente que lo voten?
—Sí. No estoy convalidando la cifra, porque me ha dicho cifras que tienen un sustento lógico, pero no necesariamente tienen que ver con lo que nosotros tenemos. Déjeme empezar por el final. Definamos campaña electoral y campaña política. Creo que la ley de financiamiento de la política tiene que ser realizada y redefinida. Porque existe una gran ine-quidad entre quienes tenemos la posibilidad de invertir y quienes no la tienen.
—Se lo escuché decir.
—Quiero una Argentina donde eso sea parejo para todos. Donde haya una razonable capacidad de gasto que tiene que estar condicionada a la del Estado, porque si esa definición no es precisa, específica y severamente sancionada, quien está en gestión de gobierno tendría una ventaja sideral.
—Si se considera la publicidad oficial, ¿su estimación es que el Gobierno gastó en los meses electorales 200 millones de pesos?
—Es probable. Quisiera que tengamos sancionada, dentro de la reforma política, cómo se financian las campañas, desde quienes somos oposición y desde el oficialismo, con reglas de juego especialmente para el Estado. Porque si no, estaríamos fijando reglas de juego donde el Estado, directa o indirectamente, siempre va a ser el gran ganador. Bajo la definición actual de campaña electoral, el momento en que usted pide el voto, o lo hace en nombre de un partido político o de una lista, eso es un gasto de campaña. Que está sobre el límite máximo, que eran 15 millones, y que se ve el precio de la televisión.
—Pero si agrega toda la publicidad que hizo, triplica esa cifra.
—Probablemente, la duplica. No recuerdo exactamente cuánto, porque hubo un cambio en esto: la elección era originalmente el 25 de octubre. Teníamos diez meses de campaña y nos cortaron cuatro meses, tuvimos que acelerar una cantidad de cosas. Decidimos focalizar mucho más en la televisión, porque el plazo más corto implicaba ir a los medios más masivos. Por ejemplo, en fútbol teníamos un contrato hecho desde mitad de 2008. Había claramente una caída en el valor de la pauta, y nosotros salimos a comprar segundos a valores, yo le diría, de liquidación. Hicimos una negociación anticipada con los medios que veían que la pauta se caía.
—Circuló un video con una grabación de Macri diciendo: “Lo de Francisco con sus avisos está saturando. Yo lo llamé y le dije que afloje que estaba saturando…, con tal de facturarle, le meten avisos… Y cómo hacés con la cuenta esa legal, se fue a la mierda, aún de lo que dice ‘vote boleta tal’, está pasado”. Me imagino que tiene algo que decir…
—Coincidí en un momento en que estábamos saturando, casi siendo invasivos. Ahí decidimos acortar el largo de los comerciales y bajar algo la pauta. Coincidió en que salió el Gobierno casi simultáneamente, y entonces la reducción nuestra se sintió más. Casi que al final se escuchaba lo contrario: “No podés encender el televisor que el avance de la campaña del Gobierno…”. Creo que el comentario de Mauricio no fue feliz, pero lo entiendo en el marco de una grabación. No le resto importancia a lo que dijo, pero me parece una falta de ética de los profesionales que estaban con él. Mauricio me llamó y me dijo: “Mirá, va a salir un video”. Y le dije: “Olvidate, van a salir tantos videos de nosotros, de gente mal intencionada, que nos van a tratar de dañar”. La conversación no duró dos minutos.
—¿Es cierto que pidió que despidieran a Ernesto Savaglio, al que le robaron ese video?
—No, para nada. A Savaglio lo conozco socialmente.
—Lo llamé a Savaglio esta mañana para leerle que “Página/12” decía que lo habían despedido por su pedido y estaba muy preocupado. Entonces, ¿no pidió ni pedirá que lo echen?
—No. Primero es un poder que no tengo, y que tampoco ejercería. Gabriela (Michetti) eligió a Savaglio como publicista y tiene todo el derecho de hacerlo. Con nosotros también trabajó un equipo de gente, entre los que estaba Ramiro Agulla, y no hubiera aceptado jamás... Salvo un argumento contundente.
—Dicen los técnicos que, conscientes del problema de saturación, su campaña tenía una mayor variedad de piezas. ¿Estuvo en el análisis de su estrategia la saturación de avisos?
—Emitimos menos del 50% de los comerciales que teníamos grabados. Estábamos preparados para cada posible reacción del oficialismo y de los otros partidos, al menos con tres variables para contrarrestarlas. Una campaña, no quiero decir que sea una batalla, pero al menos es una competencia en la que uno propone y también defiende. Si, por ejemplo, el ataque a mi persona respecto del narcotráfico de efedrina hubiera tenido otra dimensión, nosotros teníamos dos piezas que considerábamos muy potentes, que no usamos. Si la Coalición hubiera tomado antes la posición que tomó los últimos días, muy agresiva, también teníamos forma de contrarrestar. Cuando pusimos el countdown, cuántos días faltan para la campaña, el número era 458 días. Hacía más de un año y pico que la planeábamos.
—Planearon una campaña de 458 días y fue de 300.
—Sí, nos sacaron 150.
—Sus asesores me explicaron que parte de la estrategia era provocar a Kirchner para que reaccione por miedo, por ofuscación, pero que reaccione, que pique el anzuelo. Que su campaña buscaba la reacción de Kirchner para buscar la polarización.
—Ese razonamiento es atemporal y en realidad la campaña se dio con escenarios cambiantes; 458 días antes la elección era en octubre y ni Kirchner ni Scioli eran candidatos. Ni teníamos la caída tan grande en términos de desaceleración que produjo el conflicto con el campo. Es decir, era un país donde se competía en una campaña legislativa después de una victoria contundente de ellos en 2007... Asumimos el riesgo. El objetivo era ganar la legislativa en la provincia de Buenos Aires.
—Y a partir de que Kirchner fue candidato, ¿buscaron la polarización?
—Eso se supo en la última media hora antes de cerrar la lista, es decir, 60 días antes de la elección. Nosotros veníamos construyendo un posicionamiento para ser los challengers del poder. Se decía que Scioli “no puede ser candidato porque es gobernador”, “la van a usar a Karina”, “va a ser Massa”, “puede ser la hermana de Kirchner…”. Nunca se pensó ni que Néstor iba a ser candidato, ni que Scioli. La decisión de ser los challengers del Gobierno, con la certeza de que en la provincia de Buenos Aires se definía la continuidad o no del kirchnerismo, fue potenciada por los errores que ellos cometieron. Que nosotros supiéramos colocarnos en un lugar para capitalizar y que Kirchner, sobre el final, nos facilitó el camino polarizando con nosotros, no tengo ninguna duda. Nosotros construimos el camino para que eso sucediera.
—¿Ganaron porque Kirchner se equivocó?
—Nosotros buscamos esa polarización. Cuando uno ve un partido de tenis, hay errores forzados y errores no forzados. Al final, alguien gana.
—Pero Kirchner se equivocó.
—La polarización no la produce Kirchner, la potencia. Ya estaba dada.
—Otro publicista experto en campañas me puso el ejemplo de cuando un DT reunió a los jugadores e indicó lo que cada uno tenía que hacer en el partido; Ratín, el mítico capitán de la Selección, respondió: “Pero, los otros también juegan, ¿no?”.
—Sí. Kirchner comete tres errores. El primero es sacarlo a Lavagna de ministro de Economía y nombrarse él. El segundo es poner a Cristina como candidata y después, nada. Y el tercero es ponerse él como candidato para reivindicar el modelo. Yo supe que le ganaba la elección en el momento que decide ser candidato. Y ahí sí los campañólogos hacen una lectura que es empírica. Cuando un candidato no puede obtener más del 30% de imagen positiva, no puede sacar más del 30% de los votos.
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