Ufana de saber que ya está en marcha y bien aceitado un ajuste fiscal que de manera silente está cayendo sobre la población pero que le traerá más recursos para gastar. Con estimaciones de ingresos por debajo de la realidad, nuevamente se apuesta a llevar adelante un manejo discrecional de los recursos. Pero, ¿de qué se ufana CFK?
El aumento en las retenciones dispuesto por el ex-presidente Kirchner, la suba de tarifas en el transporte y las inminentes en los servicios de electricidad y gas golpean fuertemente sobre el bolsillo de los trabajadores. Pero no todo termina allí. La supresión del reintegro parcial del IVA en las operaciones con tarjetas de crédito implica otra suba del gasto de las familias.
Todo ello bajo la mácula de mostrar subas en los niveles de consumo y recorte de subsidios. Sin embargo, este golpe al bolsillo de la población pone al desnudo la debilidad de las cuentas públicas. Dicho de otro modo y al mejor estilo de los programas de ajuste del Fondo Monetario Internacional, CFK tuvo que aplicar un apretón fiscal para evitar caer en un rojo primario.
Ni que hablar si se tomara en consideración el resultado financiero. Pero por más maquillaje que se aplique, la posición financiera y fiscal de la Argentina está expresada en los más de 400 puntos básicos del riesgo-país. Allí está la realidad financiera argentina, eso es lo que dice el mercado, más allá de las voces que intentan pintar al país de un color diáfano.
La falta de un saldo fiscal amplio que permita, tal como dice la liturgia Kirchner, encarar inversiones multimillonarias en obras de infraestructura, se convierte en el talón de Aquiles del modelo.
El país, luego de la avalancha de inversiones generada en los '90, se ha quedado durante esta década y su infraestructura ha envejecido notablemente. Las pruebas son por demás elocuentes. Apenas una ola de calor en el inicio del verano y ya se produjeron apagones y falta de agua. Las promesas de inversiones luego de la estatización de Aguas Argentinas quedaron en eso: sólo en promesas. La salida de los operadores franceses de los servicios de agua y electricidad pusieron al desnudo las deficiencias del modelo "gelbardiano". La víctima es una población indefensa de la cual en su mayoría necesita electricidad para poder tener agua.
Del transporte, otro tanto puede decirse. Los servicios ferroviarios y de ómnibus se encuentran al borde del colapso operativo. La gente viaja hacinada y en los techos de los ferrocarriles y a nadie parece importarle. Lo mismo ocurre con los servicios aerocomerciales donde no sólo están desbordados y localidades aisladas, sino que apuntan a entrar en parálisis si no se realizan inversiones urgentes. Una similar situación se observa en los caminos que vuelven a mostrar un estado parecido a las rutas de Irak y cuya capacidad no alcanza para absorber el crecimiento del parque automotor ni la potencia y dimensión de los nuevos vehículos. Las tragedias viales se multiplican por miles. De allí que no debe extrañar ver kilómetros de automóviles en fila en procura de salir de las ciudades o bien la cantidad de accidentes viales que se producen en la Argentina. ¿Cuánta gente más debe morir en accidentes viales para que el gobierno advierta que hace falta mayor inversión? ¿Cuántas vidas habrá que sacrificar y cuántas familias deberán quedar mutiladas para que despierte este gobierno del insomnio?
Con todo, el modelo amanece en 2008 con claros síntomas de agotamiento y con el agravante de un ajustazo fiscal que pagarán los trabajadores. ¿Qué viene después? Obviamente, la pelea salarial. ¿Y la inflación? Sigue a paso redoblado, tarifas, impuestos, inflación, salarios, tarifas, impuestos, inflación...
¿De que se ufanan en la Casa Rosada?