Angel Guidoccio era un hombre en las sombras. Contador, de 67 años, italiano pero argentino por adopción. Durante años pasó desapercibido y esta semana, cuando fue objeto de múltiples allanamientos por montar supuestamente una usina de facturas apócrifas, su caso podría haber sido el de uno de los tantos estudios contables dedicados a emitir facturas falsas para mover dinero negro. Pero todas sus huellas conducen a un hombre que poco tiene de anónimo: Daniel “Tano” Angelici, uno de los hombres más cercanos al presidente Mauricio Macri.
Guidoccio es el contador y apoderado de empresas del presidente de Boca Juniors y principal operador judicial del macrismo. También es un hombre clave en el manejo de las cuentas del club y el responsable de la contabilidad de una parte del negocio del juego. Integra el círculo rojo de Angelici al menos desde 2000. Su tradicional bajo perfil se quebró el jueves, cuando PERFIL reveló que fue denunciado por la Dirección General Impositiva (DGI) como la supuesta cabeza de una asociación ilícita para defraudar al fisco. Evasión, pago de sobornos y desvío de fondos son los objetivos de las organizaciones que se dedican a crear usinas de facturas apócrifas para mover dinero negro.
El hombre de los números xeneizes habría evadido más de $ 1.500 millones entre 2015 y 2016. La estructura supuestamente montada por Guidoccio está siendo investigada por el juez federal Luis Armella por presunta evasión tributaria agravada y asociación ilícita fiscal, en base a una denuncia de la DGI. El magistrado allanó diez domicilios el jueves por la mañana.
El estudio de Guidoccio está en Rivadavia 1157, en la Ciudad de Buenos Aires. Allí también se radican varias de las empresas de Angelici, como American Games SA, World Games, Betec SA y Bingo Horse SA, dedicadas al juego.
Además, Guidoccio se desempeña en dos cargos clave en el entorno del presidente de Boca. Es secretario de Presupuesto del club y revisor de cuentas de la Cámara Argentina de Salas de Casinos, Bingos y Anexos, que también integra Angelici.
Sin embargo, su domicilio declarado ante el fisco es una casa de Rafael Calzada, una humilde localidad del sur del Conurbano, según pudo confirmar PERFIL de datos oficiales. La DGI llegó hasta Guidoccio mientras investigaba a personas que no contaban con capacidad económica, gastos o bienes pero que facturaron millones de pesos. Algunos de ellos son indigentes o viven en zonas carenciadas, según fuentes judiciales. El fisco identificó a treinta de esos “proveedores”, que emitieron más de 1.800 facturas electrónicas truchas. En casi todos los casos, los trámites online se hicieron desde una misma dirección de IP que los llevó hasta Damián Cisneros. Cisneros los condujo a Guidoccio, su apoderado.
Para la DGI, el contador de Angelici habría montado esta estructura para evadir y mover fondos de origen ilícito sin dejar rastro de los verdaderos dueños y destinatarios de los fondos. Ahora la Justicia deberá investigar quiénes son los clientes de Guidoccio que utilizaban esas facturas falsas.
Guidoccio no es un recién llegado al círculo rojo de Angelici. El contador comenzó a trabajar para el Tano cuando el empresario del juego fundó World Games para administrar el Bingo Imperial Pergamino. Así lo relatan los periodistas Julián Maradeo e Ignacio Damiani en El Tano, la biografía de Angelici. Su participación en el armado de este bingo le costó a Guidoccio una denuncia. A fines de marzo de 2002, una de las accionistas minoritarias del bingo, Rita Isabel Bogarin, lo denunció por estafa y administración fraudulenta. Dijo que a principios de 2001 le propusieron comprar acciones en las salas de bingo de Chivilcoy y Pergamino a cambio de participar en las ganancias. Invirtió US$ 300 mil pero cuando reclamó su parte nunca le reconocieron su inversión. Según la denunciante, quien se encargaba de dilatar las respuestas a los reclamos era justamente Guidoccio.
Finalmente, sólo recibió acciones por $ 100 mil. Guidoccio tiene otros clientes polémicos. Maneja las cuentas de una constructora Cunumi, involucrada en el caso Skanska, el primer escándalo de facturas truchas de la era kirchnerista. Además, tiene nexos con la Bonaerense: fue apoderado de Protezione SA, una firma presidida por el ex policía bonaerense Angel Domingo Casafus, quien en 2003 debió apartarse ante sospechas de corrupción.
Otro escándalo, el mismo delito
Uno de los actuales clientes del contador Angel Guidoccio, la constructora Cunumi SA, fue una de las piezas del escándalo por el supuesto pago de sobornos de Skanska. El presidente de la firma, Raúl Nicolás Orsini, fue indagado en la causa en 2007, cuando se investigaba cómo la constructora sueca utilizó facturas falsas para camuflar el pago de coimas a funcionarios del gobierno de Néstor Kirchner para conseguir la licitación de la construcción de un gasoducto. Ante la Justicia, Orsini admitió que en 2005 prestó facturas a la compañía sueca. El acuerdo era simular servicios falsos para permitir que la empresa pudiera justificar en su contabilidad el egreso de importantes sumas de dinero que en realidad tenían un destino predeterminado: pagar sobornos a funcionarios. Así consta en el expediente de Skanska. Como si el tiempo nunca hubiese pasado, el actual contador de la firma –favorecida por licitaciones millonarias en la Ciudad de Buenos Aires– acaba de quedar involucrado en el mismo tipo de fraude.