Desde Córdoba
“Nos dejaron una empresa arrasada que prácticamente está en quiebra”. Con un puñado de palabras, Cristina Salzwedel, actual presidenta de la Fábrica Argentina de Aviones (Fadea), intenta explicar la situación con la que se encontró al asumir hace apenas dos meses. Fadea, que supo ser un polo industrial emblema, quedó a fines de 2013 en manos de dirigentes de La Cámpora y desde allí los números de la empresa se derrumbaron.
La gestión actual encargó una auditoría a la consultora internacional Deloitte, que determinó que en 2015 Fadea sufrió pérdidas superiores a los $ 1.400 millones. PERFIL visitó la fábrica y accedió al informe que detalla irregularidades muy graves.
En la última gestión, la fábrica compró materiales por US$ 2,5 millones que no se adaptan a los aviones que debería producir Fadea, los cuales son inservibles. Se encontraron honorarios de asesores por $ 350 mil mensuales, algunos de los cuales renovaron su contrato en noviembre de 2015, cuando la salida de la gestión camporista estaba decretada. Los sueldos gerenciales rondaban los $ 200 mil, con contratos que incluían la disposición de camionetas de alta gama y alojamiento en hoteles de 4 y 5 estrellas.
En el informe se detalla, entre otras cuestiones, que se pagó adelanto a proveedores por montos superiores a lo acordado, los cuales nunca entregaron la mercadería convenida. Tampoco se solicitaron beneficios de promoción industrial que hubieran permitido un ahorro de más de $ 7 millones.
“Sabíamos que la situación de la empresa era complicada, pero no tanto”, explicó la riojana Salzwedel, quien en los próximos días dejará su cargo para ser reemplazada por el empresario Ercole Felippa. “La plata se mal usó. Se sobrefacturó todo, hasta los pines que regalaban en los eventos. Se pagaron horas extras por $ 33 millones y no voló ningún avión. Encontramos gastos por $ 14 millones en viáticos y nos estamos preguntando a donde fue ese dinero. Creo que los dirigentes anteriores deben dar explicaciones sobre estos montos”, describió.
Según informaron los directivos, se encontraron además con un helicóptero CZ 11, que fue adquirido para fabricar una versión local, pero el proyecto nunca se concretó y la unidad no está en condiciones de volar por no contar con las certificaciones correspondientes. “Eso muestra la desidia con que se manejaron”, resume uno de ellos.