Cristina Fernández de Kirchner designó a Claudio Moroni para conducir la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), lugar que estaba vacante desde que la Presidenta debió recurrir a Carlos Fernández, para llevarlo de la AFIP a Economía tras la renuncia de Martín Lousteau.
Moroni estaba en el ANSES, donde había asumido tras pasar por la Sindicatura General de la Nación, donde se desempeñó como director durante la presidencia de Néstor Kirchner.
Claudio Moroni es un viejo amigo de Alberto Fernández, el jefe de Gabinete, de la Superintendencia de Seguros de la Nación, durante el Gobierno de Menem. Julio Nudler, periodista de Página/12, lo denunció en el 2005, pocos meses antes de su muerte. Nudler había escrito una columna donde denunciaba el accionar de Moroni y de Fernández, porque el primero había sido designado al frente de la Sindicatura General de la Nación, un organismo que debería haber controlado la gestión, por ejemplo, del propio amigo del ahora flamante titular de la AFIP.
En aquella ocasión, Nudler envió un mail contando el detrás de la escena de su columna levantada en Página/12, y explicaba de qué trataba:
"Su texto denunciaba la designación de Claudio Moroni al frente de la Sindicatura General de la Nación como un acto de grave corrupción, y abundaba en datos sobre la siniestra trayectoria de Moroni, títere del no menos corrupto jefe de Gabinete, Alberto Fernández. Personalmente (no en tanto periodista) apoyo diversos aspectos de la política de este gobierno, pero veo que su corrupción va en aumento (la designación de Martín Pérez Redrado y Miguel Pesce al frente del Banco Central ha sido otro hecho muy preocupante, además de las exacciones que cometen a diario los ministerios de Roberto Lavagna y Julio De Vido, con total impunidad).
Mi punto de vista -continuaba Nudler- es que debe rechazarse de plano el "roban pero hacen". Aunque hagan, si roban deben ser investigados, juzgados y condenados, según el criterio de jueces independientes. En este contexto, no es casual que tanto Duhalde como Kirchner se hayan ocupado de inutilizar a los organismos de control, como ocurre con la Sigen y con la Auditoria General de la Nación. Pienso que la única manera de salvar a este gobierno y prevenir otra etapa desgraciada es impedir por todos los medios que siga hundiéndose en la corrupción, como ya es manifiesto. Los fraudes cometidos por Fernández/Moroni son alevosos, y ya puede imaginarse para qué se designa a un delincuente al frente de la Sigen, donde por otro lado permanece la mujer de De Vido, carente de toda idoneidad. La sensación de impunidad de los funcionarios no parece haber menguado. Creo que impedir la publicación de mi nota dista de ser un gesto de apoyo a las políticas valiosas de este gobierno, sino un acto de irresponsable complicidad con los factores que, tarde o temprano, determinarán su hundimiento. Personalmente no haré sin embargo campaña alguna de denuncia contra Página/12 por este episodio -el más extremo aunque no el primero en esta deplorable tendencia- ni daré ninguna entrevista a nadie para hablar de este asunto. Así como no quiero perjudicar a este gobierno sino evitar, con mi modesto aporte, que se suicide, tampoco quiero afectar al diario, que también se está suicidando".