Raúl Maza fue apartado de Gendarmería luego de liderar una protesta masiva por un reclamo salarial en la Fuerza. Ahora mientras intenta sacar una asociación civil para armar el sindicato de los uniformados, negocia con diputados de la oposición un proyecto de ley para que los gendarmes y otras fuerzas de seguridad puedan agremiarse. Tras un acto en el municipio Malvinas Argentinas, que conduce el massista Jesús Cariglino, el Gobierno lo acusa de la difusión política del video de Juan Cabandié. En ese municipio, Maza lanzó su gremio.
Frente al Congreso, recibe a PERFIL y cuenta su versión de los hechos. Tras la entrevista, se despide para enviar una carta documento a Página/12 por una nota en la que lo relacionan con un supuesto grupo neonazi.
—¿Cómo llegó el video a manos de las redes sociales y a los grupos caceroleros?
—Hace un mes y medio, me dijeron que había un video dando vueltas sobre el jefe de La Cámpora. Vinieron unas personas a verme, allegados a uniformados. Me preguntaron qué debían hacer y les dije que había que difundirlo en las redes sociales o en un medio serio. Nunca estuve en contacto con el gendarme mencionado en el video, Antúnez, ni con quien filmó el video. Les dije que los gendarmes no suban el video directamente.
—¿Cree que el video se utilizó políticamente?
—Los que lo hicieron no. Los que lo tomaron después puede ser que hayan visto el tiempo propicio para sacarlo a relucir.
—¿Está convencido de que el video no fue difundido por sectores políticos?
—Creo que no. Pero sí se especuló bien con el momento en que se difundió. Viene del mundo de los caceroleros. Lo hicieron para mostrar la faceta real de las personas.
—¿Por qué lo consultaron?
—Por la situación de los gendarmes. Me siguen viendo como referente de la fuerza. El que editó el video es un inexperto, que no tuvo el recaudo de cuidar a los gendarmes. Nunca debieron permitir que se conozca el apellido del gendarme que discute con Cabandié, que ahora va a ser sancionado. Tengo entendido que van a pasarlo a disponibilidad. El sindicato que queremos formar es también para intervenir en este tipo de casos.
—¿Es usual que se filme un procedimiento?
—En situaciones de conflicto sí. El video lo hizo para resguardar a los uniformados. Pero no es una orden de la fuerza. Es mejor encontrarse con un delincuente que con un funcionario público. Al delincuente si responde de forma agresiva, lo arrestás. Pero te encontraste con un diputado, un gobernador, casi no tenés control.
—Cabandié dijo que dudaba si los altos mandos de Gendarmería estaban detrás de la difusión del video...
—Creo que hay una posición ideológica contra todos los que llevamos el uniforme. En Cabandié se nota mucho eso, más allá de su historia. La Cámpora tiene odio y miedo de nosotros. No se animó a enfrentarnos, pero nos amenazaron, fueron a infiltrarse en el conflicto salarial. Amenazaban con ir a enfrentarnos. Me lo dijo un intermediario, les dije que íbamos a hacer una manifestación pacífica pero que tampoco íbamos a permitir que nos avasallen. Con la familia de los milicos no se jode.
—¿Sentía que los avasallaban?
—Si venían iba a haber incidentes y los iban a provocar ellos. Creo que Cabandié tiene un problema grave con los uniformados y que también en esa interna feroz pueden entrar a jugar intereses políticos dentro del kirchnerismo.
—¿En qué sentido?
—La Cámpora tiene usualmente problemas con el resto de los kirchneristas, pero se terminan encolumnando todos porque son orgánicos. Pero muchos grupos tienen grandes problemas con La Cámpora, que ocupa los puestos estratégicos.
Nazis y judíos. “Me acusaron de nazi porque en una manifestación católica en la que hablé había un skindhead. A mí se me acercan el rubio, el morocho. Tengo una relación con el rabino Bergman”, sostiene Maza.
—¿Se siente identificado con los nazis?
—No, claro que no. Fui de los pocos oradores en el acto en el que fuimos a apoyar a los hermanos judíos por el acuerdo de Argentina con Irán (en el marco de la causa AMIA). Cabandié dice que se tuvo que bancar la dictadura. Somos muchos los que sufrimos la dictadura. Mi padre de crianza –su abuelo– estuvo cuatro años preso por los milicos, primero en un centro clandestino, luego en una cárcel; mi hermano –su tío– siete años preso a disposición del Ejecutivo. La hermana de mi madre de crianza está desaparecida. Ella, el esposo y el hijo.
—¿Militaban en los 70?
—No, esa es mi bronca contra algunos guerrilleros. No tenían ética. Nosotros vivíamos en el campo en Tucumán. Era zona de quintas. Estos muchachos se instalaron en el cerro. Bajaban a las casas. Jugaban a la pelota, tomaban mate con los vecinos. Pero nunca les decían que los estaban comprometiendo. A mi tía y su familia se la llevó el Ejército cuando encontraron que unos guerrilleros tenían una alforja con las iniciales de la familia.