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Diplomacia piquetera

En silencio, y lejos de los cruces entre la dirigencia agropecuaria y el gobierno, la situación del sector rural en la Argentina se va transformando en una tragedia.

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En silencio, y lejos de los cruces entre la dirigencia agropecuaria y el gobierno, la situación del sector rural en la Argentina se va transformando en una tragedia. El paro de comercialización de la semana próxima en apoyo de los trabajadores de los frigoríficos es una muestra indeleble que ya no se trata de un problema sólo de los productores sino que lo que está en juego es toda la cadena agroalimentaria.

La escalada diplomática en el conflicto comercial con China, sumada a la pérdida de mercados alternativos, la abrupta caída en el stock ganadero y el fracaso en las negociaciones en el Grupo Cairns, pone a la producción rural local y al complejo agroindustrial en una situación de angustia.

El gobierno en un acto de torpeza singular, sacrificó al sector más dinámico de la economía y eligió proteger a pequeños productores locales, provocando con ello que la segunda potencia económica mundial y el principal socio comercial del país, dejen de comprar productos del complejo agroindustrial nacional.

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¿Alguien en su sano juicio puede entender que un gobierno ponga en juego miles de millones de dólares en exportaciones para proteger a pequeños productores que venden sus productos en el país, fabricados en muchos casos con mano de obra esclava, a un precio más caro que en el mercado internacional? No parece, pero es real. Beijing virtualmente ha dado un ultimatum a Buenos Aires y si no se cambia de actitud, los asiáticos van a comprar soja y sus derivados a los Estados Unidos. Así de sencillo, así de grave.

La administración Kirchner cree que la política del piquete se puede aplicar en las relaciones exteriores y aplica barreras comerciales a diestra y siniestra. Así, le va.

Con su tradicional desprecio por la política exterior, las autoridades argentinas no parecen haber tomado nota y minimizan el embate del hasta ahora socio comercial, tal como lo hicieron con la malograda visita presidencial a China.

La "diplomacia piquetera" continúa cosechando "logros" y al "síndrome de China", le suma el fracaso de las gestiones en el Grupo Cairns. La reunión de Punta del Este resultó un completo naufragio y la visita del director general de Organización Mundial del Comercio (OMC), Pascal Lammy, dejó en claro que las pretensiones del nucleamiento agrícola han llegado a un límite y es imposible avanzar más.

En otras palabras, Lammy dijo que aunque bajarán los subsidios agrícolas, no se podrán eliminar totalmente y al mismo tiempo la Argentina deberá abrir su economía en productos tecnológicos y en el reconocimiento de derechos intelectuales. A esto se le sumó el presidente del Banco Mundial, Roberto Zoellick, quien aconsejó a los países no aplicar barreras comerciales si quieren acoplarse al multilateralismo.

Otra respuesta a la diplomacia piquetera vino del Brasil. El candidato a presidente opositor, José Serra, instó a sacarse de encima el MERCOSUR al que calificó como un salvavidas de plomo. ¿Qué pasaría con las economías regionales si se cambia la relación y el status comercial con el Brasil? Es tiempo de cambiar. Entre los errores de la política agropecuaria y las torpezas diplomáticas, la alquimia oficial elaboró una poción letal para el sector rural. No sólo no se aseguró la mesa de los argentinos sino que se encareció. No sólo no hay saldos exportables sino que se también se han perdido mercados altamente rentables. El saldo es absolutamente negativo para el campo y costará muchos años recuperar las pérdidas...

 

(*) Agencia DYN