Con la presidenta Cristina Fernández de Kirchner alejada del día a día del Gobierno Nacional, pocos son los funcionarios que tienen su posición asegurada o que saben llevar adelante la gestión sin instrucciones directas "de arriba". Una de las excepciones es Sergio Berni, el secretario de Seguridad de la Nación que, sin ser ministro, acumula cada vez más poder.
El médico, soldado y rescatista sumó hoy una nueva función: por decreto presidencial, se encargará de la lucha contra el narcotráfico en todo el país, antes en manos del Sedronar. En rigor, la medida sólo legaliza algo que ya ocurría en los hechos: las Fuerzas Armadas encabezan la pelea contra la droga, una decisión que fue cuestionada incluso por el mismo ministro de Defensa, Agustín Rossi.
"Cometeríamos un grave error si involucramos a las fuerzas armadas en el combate del delito narco y tendríamos una sociedad mucho más violenta", criticó Rossi hoy. A pesar de la queja, no le quedará otra opción que aceptarlo: Gendarmería y Prefectura, las fuerzas tradicionalmente a cargo del control de fronteras, están dedicadas a controlar la seguridad en el conurbano bonaerense y en las provincias enfrentadas con sus policías, como Córdoba. Un enroque que fue idea del mismo Berni.
La lucha contra el narcotráfico pasa, en los papeles, al mando de Maria Cecilia Rodríguez. Pero la ministra de Seguridad no dio señales de vida desde que asumió el 4 de diciembre pasado. Ni siquiera apareció para opinar cuando se sublevaron las policías provinciales que reclamaban aumentos salariales el mes pasado.
"Super Berni" fue el encargado de controlar los levantamientos policiales. Si bien al principio la Casa Rosada no actuó -con la esperanza de que las protestas y los saqueos golpeen a los gobernadores opositores-, finalmente llegó el secretario con la ayuda de la Nación. Esta semana volvieron a enviar ayuda a Córdoba antes de que el reclamo se les fuera de las manos. "Estamos acá por decisión de la presidenta porque no vamos a permitir que ninguna fuerza policial extorsione al poder político", dijo Berni al llegar a la provincia.
El funcionario también asumió el rol de vocero político en cuestiones de seguridad, que antes manejaba Aníbal Fernández. Berni critica a Mauricio Macri, cuestiona a José Manuel De La Sota y hasta amenaza al chaqueño Juan Carlos Bacileff Ivanoff, ni bien cualquiera de ellos apunta contra el Ejecutivo Nacional.
El ministro que no es. Si bien conocía a Néstor y Cristina Kirchner desde principios de los 90 en Santa Cruz, Berni saltó a la escena nacional en diciembre de 2010, cuando controló el estallido por la toma de tierras del Parque Indoamericano.
El Teniente Coronel retirado fue designado secretario de Seguridad en marzo de 2012. En ese entonces, el Ministerio estaba al mando de Nilda Garré, respaldada por el CELS de Horacio Verbitsky. El reclamo de Gendarmería, a mediados de ese año, y las internas, comenzaron a limar a la funcionaria, que fue desplazada por Cristina en mayo de 2013.
Su reemplazante fue Arturo Puricelli, hasta entonces ministro de Defensa. Puricelli fue jaqueado por el crecimiento del narcotráfico, especialmente en Santa Fe, y sus diferencias con Berni eran públicas. Finalmente también fue removido en diciembre pasado, cuando asumió Rodríguez.
Si tiene una buena relación con la presidenta y hasta un cierto "blindaje mediático", ¿por qué Berni no asume como ministro? No es la mejor época para ser un funcionario de primera línea. Salvo Florencio Randazzo en Transporte y los históricos como Carlos Tomada o Julio De Vido (muy golpeado por la crisis energética), ninguno tiene el cargo asegurado en momentos de crisis. Le pasó a Jorge Capitanich, que asumió como jefe de Gabinete estrella y en menos de dos meses se desgastó por la gestión diaria. Acaso Cristina quiera preservar a Berni y evitar que se convierta en otro fusible en un área explosiva.