POLITICA

El control del papel para diarios y la búsqueda del pensamiento único

¿Por qué a Lula no le preocupaban las críticas de los diarios brasileños y apuntaba sólo a la TV? Cristina y una cuestión de clase.

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Pasional, obsesionada por el contenido de los diarios con mayor número de lectores, la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner avanza a paso redoblado hacia el control del papel de diario, insumo fundamental de la prensa gráfica. Cree que lo necesita para diseminar de una manera aún más eficaz su relato del pasado, el presente y el futuro; un pensamiento único, una construcción binaria, es decir en términos de amigos y enemigos, de buenos y malos.
 
Como otros políticos, Cristina no comprende cómo la mayoría de la gente prefiere leer diarios como Clarín, La Nación o Perfil, que no participan de su relato único. Y le gustaría solucionar ese malentendido a través del manejo discrecional del papel del diario, tanto el que se produce en el país como el que se compra del exterior.
 
En ese escenario, los diarios amigos serían favorecidos con igual o mayor cantidad de papel que los diarios considerados díscolos, como el gobierno ya hace con la distribución de la pauta publicitaria.
 
De allí, la decisión de declarar de utilidad pública la producción y la compra-venta del papel para diarios.
 
“No puede ser que tengamos tantos diarios pero que esos diarios representen tan poco del total de lectores”, me dijo la semana pasada un dirigente kirchnerista.
 
Hay, creo,  en todo esto también un problema de origen de clase social. No de la clase a la que ahora pertenecen Cristina y varios de sus funcionarios, que han sido beneficiados por tanta movilidad social y forman parte de la elite económica del país. Todos ellos vienen de la clase media, donde la prensa gráfica tiene mucho impacto. Por eso, les molesta tanto esas críticas.
 
Distinto es el caso de Luiz Inácio Lula da Silva, que viene de los sectores populares: mientras fue presidente del Brasil, nunca le interesaron demasiado las críticas de Folha de Sao Paulo, O Estado de Sao Paulo y el resto de los diarios más leídos de ese país. Y eso que le daban duro. Es que Lula sabía que los votos que buscaba se informaban y formaban a través de la TV y a ella apuntó siempre.
 
Una visión distinta a la de Cristina, que gasta o invierte (ya se verá) parte de su capital político en una contienda que no se sabe cómo terminará.

(*) Periodista, autor de Operación Traviata y Operación Primicia.