Leandro Albornoz es más que un simple escribano. Bajo su firma se encuentran varias propiedades de los referentes del poder kirchnerista de Río Gallegos, entre ellos el empresario de la construcción Lázaro Báez. Es uno de los tres nombres que el arrepentido Leonardo Fariña puso en primer plano el viernes pasado, durante su declaración indagatoria ante el juez federal Sebastián Casanello. Junto con el financista Ernesto Clarens y otro nombre que no trascendió aún, Albornoz fue señalado como uno de los hombres clave del caso de lavado de dinero contra Báez.
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Albornoz es un nexo directo con los Kirchner y con el caso Hotesur. El escribano no sólo trabajó para el matrimonio ex presidencial. Figura en el directorio de la empresas de Báez que gerenciaba los hoteles de los Kirchner en El Calafate. Esa firma, Valle Mitre, está siendo investigadas en Hotesur, también por lavado. De hecho, el mismo escribano admitió en TN esta semana que su relación con Báez se inicia en 2004, pocos meses después de la llegada de Néstor Kirchner a la Presidencia.
El operativo de la Gendarmería en su escribanía de Río Gallegos duró nueve horas. La llegada de los efectivo a sus remodeladas oficinas lo tomó por sorpresa. Cultor del perfil bajo, allegados al escribano confiaron a PERFIL que desde entonces teme que la repercusión del caso lo exponga ante otros clientes y que afecte su credibilidad. Secuestraron una decena de cajas con documentación y la CPU de una computadora.
Albornoz es conocido en Río Gallegos por ser el único escribano que pone su firma a los terrenos del barrio San Benito, un sector que abarca cientos de hectáreas que comenzaron a urbanizarse en los últimos años con gente que debió mudarse debido a los altos precios inmobiliarios.
