El jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, cumplió hoy su primer año al frente del Ejecutivo de la Ciudad, lejos del electorado que lo votó y cerca de las actitudes del kirchnerismo.
El 9 de diciembre de 2007, un día antes del traspaso nacional, el hasta entonces presidente de Boca relevaba de su cargo a Jorge Telerman con promesas de distinto calibre que, a la luz de los hechos, pueden calificarse como voluntaristas.
La presencia de Macri hoy en Italia y su anuncio de que traerá a la Ciudad una muestra de arte romano lo emparentan como si fuera un acto político deliberado con la presidenta Cristina Fernández y su pretensión de traer desde Egipto la exposición de Tutankamón. A horas de cumplir su aniversario en la Casa Rosada, la primera mandataria está en Rusia, donde confirmó que los argentinos no deberán pedir visa para visitar esa tierra ajena.
No sólo en sentido geográfico el jefe de gobierno cumple su primer año de gobierno lejos de sus votantes. El aniversario llega con una pelea con la Casa Rosada, récord de paros en las escuelas, denuncias de falta de insumos en hospitales públicos y de achicamiento de las políticas sociales, picos de protestas callejeras, paralización de la construcción de subtes, viviendas e infraestructura y aumentos a repetición en impuestos y tasas.
Pese a que había prometido no hacer muchas cosas que finalmente hizo, la gestión macrista se aferra como éxitos al plan de bacheo, a la reparación de escuelas, a la nueva Policía Metropolitana y a un "cambio de tendencia" frente al progresismo que gobernó la capital argentina desde el inicio de la autonomía y que dejó pocos pergaminos.
Los resúmenes que los funcionarios y el propio Mauricio Macri realizaron sobre el primer año no abundaron en autocríticas, aunque la vicejefa de gobierno, Gabriela Michetti, a cargo del Ejecutivo, confirmó que no habrá el bonus prometido para los funcionarios que cumplieran los objetivos. Aunque aclaró que era por la crisis, iba a ser una misión difícil defender el pago de un doble sueldo ante vecinos irritados por inundaciones e impuestazos.
Pero quizás uno de los mayores pecados cometidos por Macri en su primer año de gestión fue la repetición de esquemas atribuidos al kirchnerismo a los cuales el electorado porteño se mostró refractario.
Macri se negó en forma sistemática a recibir a piqueteros, gremialistas y docentes que estuvieran en conflicto, pero durante la crisis del campo exigió al gobierno nacional que reciba a los ruralistas rebeldes que cortaban las rutas.
Mauricio Macri le recriminó al kirchnerismo la falta de una política nacional de aliento a la inversión y al desarrollo, pero una de sus primeras medidas fue aumentar las tasas de interés del Banco Ciudad, la principal herramienta financiera de la administración comunal.
Mauricio Macri acusó al matrimonio Kirchner de generar irritación social y enfrentamientos entre sectores sociales y políticos argentinos y provocó, pero al mismo tiempo generó una polarización en la Ciudad que se cristalizó en la Legislatura porteña, donde no sólo no pudo sellar acuerdos políticos firmes, sino que se alejó más del quórum propio que estuvo a punto de tener. Sobre 60 bancas, llegó a tener 28, pero ya perdió tres y algunos hablan de hasta cinco.
Algunos macristas de buena fe ponen como ejemplo que la gestión exitosa de Macri en Boca tuvo como prólogo un primer año complicado: "Mauricio tiene la capacidad de aprender de sus errores. Así como lo hizo en el club, seguro que lo va a hacer en la Ciudad", confió a DyN un dirigente del PRO, consciente de que muchos vecinos lo esperan.