El "Fibertel no existe más" que pronunció el ministro de Planificación Federal, Julio de Vido, el pasado jueves 19 de agosto, tomó por sorpresa a millones de personas, incluídos miembros del mismo gobierno. Es que varios funcionarios, que no se atreven a alzar su voz por temor a las represalias, no están de acuerdo con la medida, una de las más rechazadas de la era kirchnerista, y temen que la decisión termine perjudicando al gobierno.
La medida es apoyada por el "ala dura" del gobierno, cercana a Néstor Kirchner: el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández; el mismo De Vido; y los secretarios de Legal y Técnica, Carlos Zanini, y de Comercio, Guillermo Moreno. Creen que el fin de Fibertel "se va a poder ir explicando con los días y tendrá un saldo a favor". Pero otros funcionarios no comparten ese pensamiento.
"Lo de Fibertel no es beneficioso. Hay un millón de abonados y cuatro millones de usuarios que son afectados directamente y no sabemos cómo van a reaccionar", dijo al diario La Nación un secretario de Estado. "Puede ser otra 125, habrá que maniobrar muy bien con los usuarios", señalaron otras fuentes cercanas a la Casa Rosada.
"El caso Fibertel es contradictorio con la política de recomponer lazos con la clase media", reconoció al matutino un estratega del gobierno. La medida iría en contra del nuevo estilo del gobierno para seducir a los sectores medios y de otras decisiones acertadas de la gestión como los aumentos jubilatorios, la asignación universal por hijo, y los créditos blandos y las cuotas para el consumo. "Preocuparon los mensajes de la gente contra la eliminación de Fibertel en las radios y en Facebook", comentó otro funcionario.