El primer piso dela Cámara de Diputados se transformó en una “mini Casa Rosada”. Es que, desde el mediodía, en el amplio despacho, con varios salones, que tiene el titular de la Cámara Baja, Emilio Monzó, se instalaron el jefe de Gabinete, Marcos Peña; el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, la gobernadora María Eugenia Vidal, el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta y el vicejefe Diego Santilli, el gobernador jujeño Gerardo Morales, y hasta José Torello, jefe de asesores de la Presidencia.
Durante todo el día, en los amplios sillones que tiene Monzó, los funcionarios monitorearon a los diputados nacionales en pleno debate por la reforma previsional. “Creo que llegamos a 133”, se arriesgó uno de ellos ante la consulta de PERFIL.
La “mini Casa Rosada” sirvió, al mediodía, para una gran foto con otros once gobernadores del PJ que se comprometieron con el Gobierno a aprobar la polémica reforma.
Con una remera deportiva, Torello charló animadamente con varios diputados del interbloque de Cambiemos que entraban y salían del despacho. Entre ellos, Nicolás Massot, jefe del bloque del PRO, y Waldo Wolff, el mediático legislador que llegó de la mano de Jorge Macri.
La agotadora sesión también llevó hasta ese despacho a Elisa Carrió, quien aprovechó para dormir una pequeña siesta. Luego estuvo largo rato charlando con Vidal.
Desde este búnker oficialista improvisado el propio Larreta monitoreó el operativo en la Plaza del Congreso y luego en la 9 de Julio, y también Peña mantenía informado al presidente Mauricio Macri de lo que iba pasando en el recinto. Entre reuniones, y algo de deporte, Macri vivió la jornada desde Olivos y mantuvo su teléfono conectado. La orden, desde el comienzo de la sesión fue que se vote, sí o sí, la ley como llegó del Senado con media sanción. Acaso por ello, envió a Peña y a Frigerio, junto a sus grupo de colaboradores, a seguir a todos los diputados bien de cerca.