No todo lo que brilla es oro. Ese proverbio fue ratificado, una vez más, durante la visita de Cristina Kirchner a París. El apoyo prometido por Francia a la Argentina sobre la negociación de la deuda con el Club de París ofrece algunas nuances (matices) que relativizan su resultado.
La presentación de un segundo brief d’amicus curiae, que Francia debe realizar antes del lunes 24 en Estados Unidos, no constituye un apoyo al gobierno de Cristina Kirchner en el litigio judicial con un grupo de bonistas. Como en la primera iniciativa de esa índole, en julio pasado, la actitud francesa obedece a su preocupación de “no crear un precedente” favorable a los fondos buitre a fin de “preservar la estabilidad financiera internacional”, según había explicado el Ministerio de Economía en aquel momento.
Tanto Francia como otros gobiernos europeos, así como el FMI, temen que un fallo contra Argentina haga aún más difícil para otros países la necesidad de reestructurar sus deudas. La posición francesa fue reiterada por el ministro de Economía, Pierre Moscovici, durante el almuerzo del miércoles en el Palacio del Elíseo. Pero no se sabe si –porque no entendió el mensaje o porque fingió no comprenderlo– la Presidenta sintetizó el contenido de la conversación diciendo que Francia “apoyaba a Argentina en las negociaciones del Club de París”. El presidente François Hollande, a su lado, demostró visiblemente su inquietud por esa simplificación. “Estamos haciendo lo posible para que podamos apoyar las gestiones de Argentina en el Club de París, que es el sitio donde se negocian las deudas, porque eso corresponde al interés de Argentina, pero también a nuestros intereses”, aclaró. La utilidad para Francia, explicó, consiste “en poder generar más flujos comerciales con Argentina”. Al respecto, en concreto precisó que existían perspectivas de colaboración en materia de energía, medicina, agronomía, nanotecnologías, ferrocarriles e infraestructura vial.
Ese ofrecimiento, nada desdeñable, está supeditado a dos condiciones. En primer término depende de que Argentina arregle con el Club de París. Y en segundo lugar a la confianza de los inversores franceses para abrir un nuevo capítulo de relaciones con el gobierno de Cristina Kirchner, que nacionalizó o tiene juicios con varias empresas extranjeras (entre ellas, las francesas Suez, Saur y Total).
*Desde Francia