El flamante jefe de la Secretaría de Inteligencia, Oscar Parrilli, le busca por estas horas un destino al que fue durante décadas el verdadero jefe de los espías: Antonio Horacio Stiuso. Por orden de Cristina Fernández de Kirchner, ya le quitó la dirección general de operaciones, pero el “señor 5” sabe que no puede dejar herido al hombre que más secretos acumuló en más de treinta años de carrera. El ingeniero Stiuso mantuvo una larga charla con Parrilli, quien le comunicó la decisión de la Presidenta. En su entorno contestaron que está por tomarse unas largas vacaciones con su familia. En el Gobierno, no lo quieren dejar afuera. Le habrían ofrecido el traslado a otro país, pero el agente no habría aceptado por cuestiones personales.
Parrilli mantuvo además reuniones con todos los directores de inteligencia, al tomar posesión de su cargo. Quiere tener el control político de la central de espías, en el último año de mandato del gobierno de Cristina Kirchner. Pero “domar” a la ex SIDE no será tarea fácil. La contención de daños será la prioridad para Parrilli.
Por otra parte, ayer, la diputada nacional Diana Conti habló sobre la gestión de Héctor Icazuriaga. Le sugirió al diario La Nación que la ex SIDE, a cargo entonces del “Chango”, les filtró información a los medios sobre la presunta amenaza de ISIS y que no se la brindó antes a la Presidenta. “O Magnetto (por el CEO del Grupo Clarín) inventó, pero “si inventara algo así, la Secretaría de Inteligencia tendría que saberlo”, aseguró.
Mientras se encontraba en el Vaticano visitando al Papa, Cristina Kirchner reveló que la Secretaría de Inteligencia y la de Seguridad le habían informado sobre una presunta amenaza de Estado Islámico en contra de su persona a través de correos electrónicos y que habían dado actuación a la Justicia. Pero dijo que estaba tranquila y que no se sentía amenazada. En esos días, el propio Papa había recibido advertencias de Estado Islámico.
El ex miembro del Consejo de la Magistratura Alejandro Fargosi dijo en tanto que los jueces se sienten espiados por la SI. En los tribunales federales hace tiempo que hacen correr la versión de que los magistrados son seguidos, tienen los teléfonos pinchados y son víctimas de tareas de inteligencia.