Ante la adversidad, el Gobierno volvió a tomar partido por la número dos de la AFI, Silvia “la Turca” Majdalani. El sainete de la expulsión del jefe de la Aduana, el ex carapintada Juan José Gómez Centurión, puso nuevamente a Majdalani en el bando de los ex espías que, de la mano del mítico Jaime Stiuso, pretenden recuperar los privilegios y negocios perdidos. Desde Casa Rosada, sin embargo, relativizaron las acusaciones y la volvieron a confirmar al mando de la ex SIDE, junto al amigo de Mauricio Macri Gustavo Arribas.
Lejos del estruendo del combo de despidos, tarifazos y cambios de rumbo que se aplicaron en otras áreas, en la Agencia Federal de Inteligencia abundan las continuidades. Mejor dicho, abundan los intentos de retomar el statu quo de los primeros diez años kirchneristas, roto en 2014 tras la pelea de Cristina Kirchner con la vieja guardia de espías por supuesta deslealtad.
El despido abrupto de Gómez Centurión, director de la Aduana hasta hace una semana, reveló la pulseada que existe en el submundo de los servicios de inteligencia. “Fue gente vinculada a Stiuso”, afirmó Gómez Centurión durante el tour mediático que hizo en defensa de su reputación. Macri lo había suspendido, junto a otros funcionarios de Aduana, una vez que empezó a circular un audio que lo implicaba en un supuesto caso de corrupción.
Si bien la grabación estaba claramente editada y tenía origen dudoso, Macri quiso dar un gesto ejemplificador y evitar sospechas de protección política. “Fue una rata de AFI. El micrófono estaba abajo de la cómoda. La cama la hizo Majdalani”, señaló el empresario y ex informante de Gómez Centurión Oldemar Barreiro Laborda, cuya voz aparece en los audios.
El prontuario de Barreiro Laborda, con causas por defraudación, estafa, sociedad con ladrones de autos, quiebras y cheques sin fondos, terminó por fortalecer a Majdalani. “Esto ni la rasguña”, afirmaron desde Casa Rosada.
En cambio, Gómez Centurión, ex combatiente de Malvinas y ex director porteño de la Agencia Gubernamental de Control, se hizo la fama inversa: la de una especie de Eliot Ness sin cintura política. De ahí el apoyo reciente de Elisa Carrió, quien a su vez rechazó la designación de la ex menemista Majdalani en la AFI.
En 2012, Carrió ya había repudiado que Majdalani fuera la vicepresidenta de la Comisión de control de la ex SIDE, a raíz de su “vínculo personal” con el por entonces segundo de la Secretaría de Inteligencia e integrante de la escudería de Stiuso Francisco Larcher. Majdalani sostuvo (y lo sigue haciendo) que su amistad con Larcher no incluye aspectos políticos o laborales.
La versión de Gómez Centurión, según la cual la banda de Stiuso le hizo una trampa, conecta con la denuncia que el kirchnerismo realizó en 2015. En esos días, la AFI reveló que una mafia de contrabandistas y ex espías, liderada por Stiuso, había realizado importaciones clandestinas en dos años por más de cien toneladas.
“Acá está en juego el control del corredor Ezeiza para la CIA, la DEA, y para el contrabando. Stiuso y Majdalani, que son lo mismo, quieren ir por eso”, opina Marcelo Saín, uno de los autores de la reforma en el área de inteligencia.
La actual conducción de la AFI, por su parte, jugó un papel clave en la extradición desde Paraguay del narcotraficante Ibar Pérez Corradi, quien durante su declaración reflotó una vieja disputa radical en beneficio de otro miembro del stiusismo: el ex número dos de la SIDE y hoy influyente aliado macrista Darío Richarte.