A pocos días de que culmine formalmente la licencia que la alejó un mes del poder,Cristina retomó gradualmente el contacto con la gestión e inició una ronda de encuentros con algunos de sus ministros más importantes. El cambio se produjo esencialmente en las últimas 48 horas.
Ayer, por ejemplo, habría recibido en la Residencia de Olivos a Julio de Vido, Ministro de Planificación y pinguino de pura cepa. En las últimas horas, también habría mantenido encuentros con otros dos ministros.
De esta forma la primera mandataria comienza a prepararse para volver a la Casa Rosada luego de la licencia, que culmina el próximo jueves 7, si sus médicos certifican que ya está en condiciones de absorber el estrés de la gestión, la mayor preocupación de la Unidad Médica Presidencial y de los especialistas de la Fundación Favaloro, además de su cuadro cardiovascular, poco relevante según el anteúltimo parte médico. A partir del jueves, volvería a realizarse nuevos estudios. Sus resultados determinarán las condiciones de su regreso.
Dentro de unos 10 a 15 días el Gobierno distribuiría la primera imagen oficial de la Presidenta tras la operación. Ese sería el primer paso de un estudiado regreso gradual.
“Cristina ya está operativa”, resumen con optimismo fuentes oficiales y confirman que en los últimos días amplió su contacto con diversos funcionarios, más allá de aquellos con los que habla desde los primeros días tras la intervención. Hasta ahora sólo mantenía diálogo con Carlos Zannini, su secretario Legal y Técnico, Oscar Parrilli, secretario general, y el Jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina.
“Médicamente Cristina ya está en condiciones de volver”, confirmó un importante funcionario del Gobierno que mantuvo diálogo fluído con la Presidenta hasta dos días antes de ser intervenida por el hematoma en el cráneo.
El diagnóstico fue compartido por un secretario de Estado, que asegura que luego de recuperarse de la intervención, el foco del equipo médico será ayudarla a reducir los efectos del cuadro de estrés, que en ocasiones suele producir algunos desequilibrios hormonales y una merma en el sistema inmune.
Más allá de las especulaciones sobre el manejo político de la salud presidencial, varias fuentes coinciden en que el Gobierno ya comenzó a preparar el “operativo retorno” de Cristina, que será paulatino, medido hasta en el último detalle y culminaría con un megaacto el próximo 9 o 10 de diciembre, en coincidencia con los 30 años de la asunción de Raúl Alfonsín, símbolo de la vuelta a la democracia. ¿Será también el símbolo de la vuelta de Cristina?
El objetivo del evento, aún no confirmado oficialmente, es repetir la convocatoria del 9 de diciembre de 2012 cuando el kirchnerismo dice haber reunido unas 400 mil personas a la Plaza de Mayo luego de la fallida gesta del 7D. En aquella ocasión, Cristina habló en cadena nacional.
El viernes por la noche, el vocero presidencial, Alfredo Scoccimarro, distribuyó el último parte médico donde se señala una “favorable evolución posoperatoria” de la mandataria.
El cuadro de estrés no es menor: por pedido de sus hijos, Máximo y Florencia, la Jefa de Estado decidió respetar a rajatabla la prescripción médica de mantenerse alejada de la función pública. Incluso durante casi la mitad de su reposo estuvo sin mirar TV y leer diarios. Se negó, incluso, a enviar un mensaje filmado en el último tramo de la campaña, como se había especulado.
“A diferencia de Néstor, ella eligió vivir”, suele repetir uno de los dirigentes del peronismo más importantes del país que no puede evitar atribuir los problemas de salud de Néstor que derivaron en su fallecimiento en su negativa a respetar las recomendaciones de su equipo médico.
El refugio de Cristina Kirchner en la Residencia de Olivos esconde todo un símbolo de la década kirchnerista. Es la primera vez en diez años que ningún Kirchner comanda por un mes las riendas cotidianas del poder. Este fenómeno reavivó internas en el gabinete. Incluso contra el vicepresidente en ejercicio del Ejecutivo, Amado Boudou, que esta semana quedó más complicado en tribunales por la ratificación de la causa Ciccone. Algunos funcionarios creyeron ver en el revés judicial la mano del propio Gobierno, que buscó mostrarle a su vicepresidente quien ostenta el poder real.