—¿Qué presiones recibió cuando detuvo al ex presidente Menem?
—Presión hay siempre. Primero la propia, porque uno siente como si fuera el examen más importante de la carrera. Después están las externas. En la causa por la venta de armas había seis detenidos y veinte imputados. Todos con buenos abogados, que presentaban todos los días un escrito. Finalmente
están las presiones políticas.
—¿El kirchnerismo lo presionó cuando era juez?
—Tras ordenar la detención de Luis D’Elía, el representante del oficialismo en el Consejo de la Magistratura me abrió un proceso de juicio político.
—¿Por eso renunció?
—Sí. Nunca me gustó ser sometido arbitrariamente a proceso.
—Las causas del fuero federal avanzaron lentamente mientras el kirchnerismo estuvo en el gobierno y de pronto se aceleraron. Parece oportunismo.
—Lamento mucho que los tiempos judiciales no coincidan con los tiempos periodísticos y del interés público. Pero estas causas tienen muchas dificultades. Hay que contestar escritos. Y si los abogados no se quedan conformes, apelan a la Cámara. Todo esto consume una enormidad de tiempo. Durante el kirchnerismo el aire para el Poder Judicial era opresivo. Kirchner era muy celoso de sus funcionarios y los protegió sin razón. Cuando ordené la detención de D’Elía me llamó un ministro y me dijo: “Te equivocaste de piquetero, es el piquetero del Presidente”.
— Antes funcionaba un sistema de operadores políticos, como Javier Fernández o incluso Jaime Stiuso.
—Yo a Fernández no lo conocí. Con Stiuso me tuve que comunicar alguna vez pero jamás me operó. Los sistemas de lobby son exitosos cuando el lobbeado desean escuchar.
—¿Cree que Cristina Kirchner puede terminar presa?
— Cualquier persona sometida a proceso puede terminar presa. La ex presidenta no escapa a la generalidad. Los hechos son graves, perfectamente podría terminar detenida.
—Hotesur parece más sólida que la del Banco Central.
—No hay causa que no sea sólida. Si Bonadio avanza es porque tiene elementos de prueba. No creo que sea poco sólida.
—Durante el menemismo usted fue señalado como uno de los jueces de la servilleta, es decir, que respondían al poder político.
—Es un mito político. Bonavena decía que todos te explican cómo pegar pero cuando estás arriba del ring estás solo. Acá no hay servilleta. Lo que estás firmando tiene que estar sujeto a derecho.