El juez federal Ariel Lijo fue uno de los protagonistas de la semana judicial. El martes, pasado el mediodía, se conoció la denuncia presentada ante la Comisión de Acusación y Disciplina del Consejo de la Magistratura, por supuesta demora e inacción en las causas de corrupción que tramitan en su juzgado. Fue presentada por el Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires, el organismo que en junio del año pasado pidió que se auditen esos expedientes, los más sensibles del fuero federal.
La variable a la que llegaron desde el Colegio para alcanzar esa conclusión fue tomando el tiempo transcurrido entre el inicio de una causa y el llamado, o no, a indagatoria. En el escrito sostenían que, en ese estado, Lijo tenía 28 causas. Un día más tarde, el magistrado, titular del Juzgado Federal 4 desde 2004, hizo su descargo. Allí aseguró que “ante la inexactitud de los datos que se comunicaron en 28 de esos expedientes, corresponde dar a conocer el estado procesal preciso de cada uno de ellos sin violar las normas que rigen el debido proceso penal”, y dio un detallado panorama de la situación de las causas involucradas en la denuncia.
Entre los expedientes en trámite señalados por el Colegio, como resultado de la auditoría realizada por el Cuerpo de Auditores del Consejo, figuraba el expediente 1999/12, iniciado el 1º de marzo de 2012, apenas unos meses después de que Boudou se convirtiera en vicepresidente. Con cuatro imputados, la causa fue acumulada con otros expedientes de 2013.
De buenas relaciones con la mayoría de sus pares, Lijo es un hombre clave en los tribunales de Comodoro Py, donde es apreciado y respetado, y varios lo consideran un auténtico “líder natural”. Señalado como hombre cercano al presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Ricardo Lorenzetti, el jueves estuvieron juntos en la inauguración de una jornada en la Facultad de Derecho de la UBA. Lijo es secretario general de Ajufe, la súper liga de jueces que se abroqueló el año pasado.
En la inauguración del evento, que seguía ayer y al que siguieron asistiendo varios magistrados de Comodoro Py, hubo un fuerte cruce entre Lorenzetti y el ministro de Justicia y Derechos Humanos, Germán Garavano.
La cercanía con Lorenzetti, entre otros motivos, también le valió a Lijo las críticas de la referente de Cambiemos Elisa Carrió: los señaló tanto por sus supuestos vínculos con el ex ministro Julio De Vido como por haber armado supuestamente una causa en su contra. Mientras que en marzo de este año, la legisladora fue por más y tuiteó: “Brito es íntimo amigo del Juez Lijo y por eso no puede avanzar sobre Boudou, porque caería Brito”. Otros integrantes del Gobierno le apuntan con más disimulo.
Si algo le resaltan a Lijo en tribunales es su capacidad de reacción y su cintura política. Eso quedó claro el miércoles, cuando menos de 24 horas después de conocerse la denuncia en su contra ya había armado un detallado informe en el que daba cuenta de todas las instancias por las que habían pasado los expedientes cuestionados.
Junto a su colega Daniel Rafecas habían quedado bajo la lupa por la presentación, y ambos salieron a despegarse. Lijo terminó de desandar ese camino ayer, cuando ordenó sorpresivamente la detención del ex vicepresidente Amado Boudou, uno de los mayores símbolos de la corrupción en la gestión kirchnerista.