El verano viene bien para apaciguar los ánimos, pero en el bloque de diputados del Frente para la Victoria igual ya se debaten entre dos alternativas de cara al tratamiento del nuevo y unificado Código Civil y Comercial: incorporar modificaciones o aplicar el mismo concepto de “obediencia política” que expresó Miguel Pichetto esta semana.
Como anticipó PERFIL en su edición del 16 de noviembre, el Gobierno decidió postergar la sanción definitiva del nuevo texto para 2014 y así terminar el año sólo con la media sanción del Senado. El problema es que luego de meses de negociaciones, el proyecto que se votó dejó heridos en todos los sectores políticos, incluyendo también a un amplio grupo de kirchneristas.
El escenario quedó dividido así entre los sectores más identificados con el progresismo, con Juliana Di Tullio y Diana Conti a la cabeza, por un lado, y los más cercanos a la Iglesia por el otro. Allí quedó como el mayor exponente Julián Domínguez, presidente de la Cámara de Diputados. Pichetto, que como presidente del bloque de senadores debió brindar el último discurso en la trasnoche en la que se votó la iniciativa, dejó un mensaje claro: “Espero que lo corrija Diputados”, aseguró al referirse al artículo 19, en el que como una concesión a la Iglesia se quitó el concepto de que en los casos de fertilización asistida la vida se inicia con la implantación dentro del seno materno.
No es el único punto que generó el rechazo de kirchneristas. El Movimiento Evita, el CELS y la CTA oficialista organizaron esta semana, junto a otras organizaciones, una conferencia de prensa en la que repudiaron algunas modificaciones que se le realizaron al texto original. Criticaron, especialmente, que se haya quitado el concepto “de función social de la propiedad”.
Unos y otros empezarán el 2014 intentando incorporar modificaciones. El problema, según graficó una fuente kirchnerista, es que esos cambios implicarían que al volver al Senado el proyecto puede quedar estancado. Cuando la cámara revisora (en este caso Diputados) realiza modificaciones, la cámara de origen (Senado) tiene tres opciones: insistir con el proyecto original (para lo cual se necesita una mayoría calificada con la que nadie cuenta), aprobar el nuevo texto o rechazarlo y que los cambios queden en nada. “Si se modifica algo es porque no se tiene la voluntad política de sacar el Código”, expresó una voz kirchnerista, dando a entender que es difícil que se puedan hacer modificaciones y que en el Senado puede ser complicado alcanzar el número necesario si no se toman los reclamos de la Iglesia.