El Jueves Santo, Francisco ofició misa en una cárcel para menores de Roma. Ese mismo día, el obispo Mario Aurelio Poli repitió la escena en un correccional de adolescentes en La Pampa. La anécdota sirve para ilustrar uno de los múltiples parecidos entre el papa argentino y el nuevo arzobispo de Buenos Aires, uno de los puestos de mayor poder de la Iglesia en Argentina
Jorge Bergoglio designó como sucesor a un hombre de su máxima confianza, que trabajó como su colaborador directo durante varios años. Pero tal como lo indica la Biblia, el Pontífice también eligió una persona a su perfecta “imagen y semejanza”: porteño, conservador moderado, opositor a reformas del Código Civil, con sólida formación académica y una fuerte preocupación por la pobreza.
Nacido en Buenos Aires hace 65 años, la carrera de este sacerdote mantiene varios puntos de contacto con su jefe religioso. Se convirtió en sacerdote durante la última dictadura, en el año 1978, en una ceremonia encabezada por el cardenal Juan Carlos Aramburu. En esos años de plomo se desempeñó como vicario de la Parroquia de San Cayetano, ubicada en el barrio de Liniers.
Igual que Bergoglio, Poli tiene un frondoso currículum intelectual y una larga carrera docente donde formó generaciones de curas. Su especialidad es la historia eclesiástica, es profesor de esa materia y se graduó como doctor en Teología en la UCA. Durante veinte años trabajó en el seminario metropolitano de Villa Docente. Y hoy es presidente de la Comisión Episcopal de Catequesis.
De todos modos, el gran salto en su carrera le llegó de la mano del actual papa. En el año 2002, el entonces arzobispo porteño lo ordenó como su obispo auxiliar en Buenos Aires. Se trataba del mismo puesto que el jesuita había ocupado en la década del 90, con el cardenal Antonio Quarracino. Además, lo designó vicario episcopal del barrio de Flores. Trabajaron juntos durante seis años, que les sirvieron para reforzar su amistad y confianza.
Esta no es la primera vez que lo selecciona para ocupar un lugar de poder delicado en la Iglesia. En el año 2008 estalló un escándalo en la provincia de La Pampa: el instituto religioso Servi Trinitatis recibía fuertes denuncias de “maltrato, trata de personas, reducción a la servidumbre y comportamiento sectario”. Bergoglio –en ese momento presidente del Episcopado– lo colocó como nuevo obispo de Santa Rosa, donde su discípulo demostró habilidad para apagar el incendio.
Licenciado en Servicio Social por la Universidad de Buenos Aires, Poli siempre mantuvo un perfil de inquietud por los problemas sociales, en particular por la pobreza. Considerado parte de la línea de “conservadores moderados”, protestó contra la reforma del Código Civil, la Ley de Matrimonio Igualitario y las iniciativas para legalizar el aborto.
¿Mantendrá con el Gobierno la misma relación tensa que su antecesor? Desde la Casa Rosada dejaron trascender que su designación fue bien recibida. El jueves pasado, Poli respondió a esa pregunta, pero no aclaró el misterio: “Habrá respeto, colaboración, pero también con la debida distancia y diferencia, porque somos dos cosas distintas. La cercanía con la gente nos hace pensar también y podemos decir cosas”.