Domingo de Ramos, 17 de marzo, 10.21 en la Argentina. En el Vaticano, el papamóvil avanza entre la multitud de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro. De repente, Francisco mira a la izquierda, se sorprende, pide detener el vehículo y se baja. Camina siete pasos directo hasta una grada para saludar a una familia, donde un sonriente y fervoroso Héctor Colella –el heredero del imperio de Yabrán– le apoya la frente sobre el hombro, como reverencia, le toma la mano y busca abrazarlo. “Nos vamos esta noche”, le confiesa.
Francisco saluda a la familia, le da la mano al empresario, dueño de la empresa internacional de logística Ocasa, besa a un par de fieles y retoma su recorrido papal. Antes de que las cámaras oficiales del Vaticano –que transmitían a millones de personas en el mundo– se vayan de cuadro, el empresario grita, sonriente: “Viva el Papa”.
El heredero. Alfredo Yabrán dejó varias cartas antes de suicidarse en mayo de 1998; en una de ellas, le encomendó a su secretaria que se pusiera a cargo de “HC”, las siglas de Héctor Colella, quien, se supo después, heredó directamente el management de sus negocios, quedó al frente de sus empresas y también de algunas cuestiones personales.
HC es católico practicante y amigo personal –según confían cerca de él– de Jorge Bergoglio desde hace muchos años. Se conocieron en Córdoba, cuando él comenzaba su carrera como abogado y Francisco apenas tenía un rango menor en la larga jerarquía eclesiástica. “Se ven de vez en cuando desde que es cura y hoy tienen una estrecha relación”, recuerda uno de sus amigos y confía que toda la familia de Colella conoce a Bergoglio. Motivo más que suficiente para que el Papa interrumpa una recorrida para saludarlo frente a los ojos del planeta.
Colella tiene seis hijos, pero viajó a Roma con cuatro de ellos (dos mujeres y dos varones) y su mujer. Esperó toda la semana para saludar a Francisco y según le contó a uno de sus amigos, no quiso hacer más que esperarlo desde las gradas comunes donde saludaban miles de fieles. “Él y su familia quería acompañar a Bergoglio en ese momento tan importante, por eso viajaron”, confían. El domingo a la noche, el empresario emprendió la vuelta desde el Vaticano.
Desde 2001, HC vive con toda su familia en Uruguay, aunque viaja asiduamente a las distintas filiales de sus empresas. Este fin de semana, por ejemplo, aterrizó en Washington, con destino final en Nueva York.
El pasado. Los vínculos que relacionan al entorno de Yabrán con la Iglesia no son nuevos. Un ejemplo: siempre se sospechó que el empresario postal financiaba al padre Grassi –acusado y absuelto por presunto abuso de menores–, algo que siempre desmintieron. Según versiones periodísticas, uno de los abogados de Grassi, Jorge Sandro, también fue defensor de Gregorio Ríos, jefe de la custodia de Yabrán, en la causa por el asesinato de José Luis Cabezas.
En ese momento, Colella fue acusado de pagar los abogados de Grassi y transferir fondos para sueldos a la fundación Felices los Niños.
En octubre de 2006, el diario Página/12 publicó un informe sobre al flamante obispo de Puerto Iguazú, Marcelo Martorell, en el que reconocía que había tenido una amistad con Yabrán y se lo vinculaba con un supuesto lobby a favor del empresario para que ganara algunos contratos con el Estado para distribuir correspondencia con OCA en Córdoba.
Allí se nombraba a Colella como asesor en presuntas operaciones de asistencia financiera de las empresas de Yabrán a la administración de Angeloz.
A principios de 2011, luego de que trascendiera un cable por WikiLeaks, Colella fue apuntado como asesor privilegiado de la embajada de los EE.UU. Fue durante el escándalo por la valija de Antonini Wilson, quien venía con 800 mil dólares provenientes de Venezuela, presuntamente para la campaña presidencial de Cristina Kirchner. Otra coincidencia: El dinero viajaba en un avión Royal Class Air, perteneciente a la familia Yabrán. Quizás nada de todo eso desencadenó tanto vértigo en la vida de Colella como el fugaz saludo con el Papa.