Barato y bueno es una combinación que no siempre se consigue. Y el sistema de votación en Argentina, en medio de la polémica luego de las denuncias que explotaron en Tucumán, puede ser sumado como ejemplo. La boleta tradicional sigue siendo el sistema más barato, pero su funcionamiento ya no genera la confianza necesaria en amplios sectores de la política y el electorado.
El sistema de boleta única ya se utiliza en Santa Fe y en Córdoba, y el voto electrónico ya funciona en la Ciudad de Buenos Aires y en Salta. Los costos que tuvieron permiten realizar estimaciones sobre cuánto costarían implementarlos a nivel nacional. Y en ambos casos, la cifra es superior a la que se termina gastando –entre el Estado y los partidos– con el sistema de boleta tradicional.
De cualquier manera, en el mundo político existe la coincidencia de que ninguno de esos sistemas va a llegar a aplicarse en las próximas elecciones del 25 de octubre. El oficialismo, en la Cámara de Diputados, ya rechazó su tratamiento argumentando que no se pueden cambiar las reglas del juego en medio del proceso electoral, algo en lo que coinciden muchos opositores. Por otro lado, desde diversos partidos de oposición insisten con la necesidad de cambiarlo y por lo menos piden que se considere la propuesta de la Red Ser Fiscal.
Ayer, esa organización multipartidaria presentó escritos ante la Cámara Electoral y la Dirección Nacional Electoral proponiendo la utilización de una Boleta Unica Complementaria. Sostienen que se siga utilizando la boleta tradicional pero que, como resguardo, las autoridades de mesa tengan boletas únicas para el caso de que un votante no encuentre a su candidato en el cuarto oscuro. Esas boletas, explican, pueden ser las mismas que ya hoy utilizan los presos y los residentes en el exterior para votar.
La Cámara Electoral convocó a organizaciones de la sociedad civil para una reunión para considerar “las cuestiones operativas de los próximos comicios y medidas para optimizar la transparencia de los mismos”.
Costos. En la actualidad, el Estado les garantiza a los partidos políticos los fondos para imprimir un padrón y medio de boletas. Calcula un costo de $ 0,13 por categoría, aunque para boletas impresas en blanco y negro. A eso los partidos le tienen que sumar el costo de imprimir en color y, además, después imprimen entre tres y cinco padrones más cada uno. En algunos distritos hay cuatro o cinco categorías, y en aquellos donde también se votan cargos provinciales puede aumentar hasta diez. En las elecciones del 25 de octubre habrá sólo seis fuerzas con candidatos presidenciales, por lo que el costo total, imprimiendo boletas para cinco categorías, puede llegar a $ 550 millones.
Un poco más caro sería el sistema de boleta única en papel. Su mayor valor es que evita el robo de boletas, que se replica en cada elección, y no genera la desconfianza que despierta en algunos analistas el sistema electrónico. En el caso santafesino, la boleta con los candidatos a gobernador costó $ 3,56 cada una, pero los de otras categorías tenían otros precios. En el caso nacional, imprimiendo cinco categorías, y con una boleta por elector más 10% de reserva, el costo sería de $ 628 millones.
El voto electrónico termina siendo el más caro. Su precio variaría si se compran las máquinas (se amortizan con el paso de las elecciones) o se alquilan (caso porteño). Tomando la Ciudad como referencia, costaría no menos de $ 930 millones, pero podría aumentar por temas logísticos.