POLITICA
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En su hogar hubo repudio y condolencias por su muerte

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La cuadra del barrio de Belgrano donde Jorge Videla vivió los últimos años de su vida hasta que fue trasladado a los penales de Campo de Mayo y Marcos Paz se pobló ayer de periodistas, camarógrafos y fotógrafos, que se quedaron con las manos vacías. Nadie de la familia quiso hacer declaraciones.

Entre los vecinos de la cuadra de avenida Cabildo al 600 se percibían sentimientos encontrados. Por un lado, hubo gente mayor que repudió la guardia periodística con comentarios del estilo “déjenlo en paz”. Los más jóvenes, sin embargo, llegaron a hacer algunos comentarios de festejo, como “por fin se fue”.

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Los rumores indicaban que el hijo del dictador había llegado al domicilio temprano, por la mañana. Pero no se expuso en ningún momento frente a las cámaras. En la misma situación se mantuvo la mujer de Videla, Alicia Raquel Hartridge.

Dos señoras se destacaron al acercarse al domicilio intentando averiguar si se iba a realizar algún servicio fúnebre. Pero se fueron sin respuesta. Una de ellas llegó con un ramo de fresias, que dejó prolijamente apoyado frente a la puerta con una carta que rezaba: “Que en paz descanse general Videla. Catalina, una ciudadana argentina”. Al retirarse les explicó su sentimiento a los periodistas. “Si a Lady Di la llenaron de flores, lo menos que puedo hacer yo es traerle un ramo al general”, aseveró.

Coincidencias del destino, un piso más abajo se vende un departamento. Lo promociona la inmobiliaria Cabildo 500, cuyo eslogan es: “Desde 1976, especialistas en operaciones simultáneas”. Ese año, precisamente, Videla inició sus operaciones como líder de la dictadura.