A 141 días de la muerte de Alberto Nisman la causa parece retrotraerse al 30 de enero, cuando la fiscal Viviana Fein anunció que todo rastro de ADN hallado en el baño del piso 13 de Le Parc era del fiscal, un dato que parecía confirmar la ausencia de otra persona en la escena. Entonces, la investigación se dirigía a bucear sobre un posible suicidio instigado. Hipótesis que fue descartada por el equipo de Sandra Arroyo Salgado y cuyo informe, que prometía una “verdad comprobada científicamente”, fue resquebrajado por los forenses oficiales en las juntas médica y criminalística. Los elementos que están inclinando la balanza son los siguientes:
No existen pruebas de la presencia de otra persona. El rastro genético hallado en la escena corresponde al fiscal y no hay signos de arrastre del cuerpo. La querella no pudo comprobar que las manchas “lavadas” que encontraron en una inspección ocular sean de sangre.
El horario. La querella debió ampliar la data de muerte: de 24 a 36 horas, antes del inicio de la autopsia. Es decir, aceptaron la posibilidad de que el fiscal pudo haber muerto el domingo, tal como concluyeron los peritos oficiales, que establecieron la hora de muerte entre las 20 y las 24.
Mecánica de muerte. Ayer se reunieron los criminalistas. Realizaron ensayos sobre las manchas de sangre. La de la mesada, para los peritos oficiales, fue producto de una bocanada. Si bien no hubo sangre en la tráquea, esófago ni estómago, fue expulsada por boca, nariz y oídos por “ruptura esfenoidea etmoidea temporal por impacto del balazo sobre la masa endocraneana”. En esta línea, Nisman se habría colocado frente al espejo, con la cabeza un poco inclinada y con su mano izquierda sobre la derecha. A esta conclusión llegan por el análisis de las salpicaduras que presenta la mano izquierda y la ausencia en una parte, en la derecha.
Puerta. Se comprobó que estaba cerrada al momento del disparo. Si bien podía abrirse unos 15 centímetros, para los peritos oficiales, no hay rastros de que alguien –que no fuera Nisman– la hubiera manipulado.
Golpes. Para la querella su ausencia era otro signo de que un presunto homicida había ejecutado al fiscal arrodillado. Sin embargo, la junta médica localizó un hematoma en la cabeza compatible con un golpe contra una superficie plana, es decir, el piso. Todos coinciden en que el moretón del tobillo es anterior al día de la muerte.
Espasmo. Tal como sostuvieron los peritos de Arroyo Salgado en su informe, no existió. Aunque hay un gesto que se corresponde al agarre del arma en el índice, la ausencia de espasmo podría explicar el lugar donde apareció el arma: debajo del hombro y lado izquierdo de la cabeza.
El disparo. Las pericias comprobaron que el proyectil hallado en el cráneo de Nisman se corresponde con la pistola Bersa que se encontró en la escena. Si bien la ubicación del orificio de entrada, en zona tempoparietal derecha, a 3 centímetros del oído, no es habitual en un suicidio, no se descarta y la trayectoria no es tan acentuada.
Notebook. Si bien aún no hay un dictamen al respecto, los peritos oficiales creen que la computadora personal de Nisman fue utilizada el domingo por la mañana de manera local y no remota.