POLITICA

Fernández Meijide: “Hasta que la justicia sea igual para todos, no vamos a tener democracia”

A 40 años del golpe militar, la referente más moderada de derechos humanos hace una revisión del pasado.

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En el año del Bicentenario, a 40 años del golpe militar, la referente más moderada de derechos humanos hace una revisión del pasado para dejar de lado la violencia y desactivar un relato reduccionista de lo que fueron los 70.

Su casa tiene la presencia de los recuerdos de toda su vida, las fotos de Pablo están en las paredes, en su mesa de luz, en cada rincón. Cómo si el tiempo no hubiese pasado, como si se hubiera detenido hace 40 años cuando le arrancaron a su hijo. Sin embargo no se quedó quieta, luchó por los derechos humanos cada día sin violencia. Cerca de las instituciones.

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Graciela asegura que el gobierno de Néstor y Cristina Kirchner hicieron hincapié en un relato armado a través de los años que no les permitió a los jóvenes conocer la verdad de lo que sucedió. “Si hoy le preguntas a algún chico joven, tiene una historia muy reducida, como si fuera una historia de Billiken. Y fue bastante más complejo”, afirma.

También, revela con firmeza y claridad que cuando los argentinos votaron, después de la última dictadura, y lo hicieron por la paz e incentivados por el horror de Malvinas. Según Meijide decidieron decirle basta a los militares con la exigencia de la investigación de los crímenes, todo con el mismo voto. “La gente dijo NO a un pasado que venía de más atrás. A un pasado que es historia nuestra, por lo menos desde 1930 en adelante”. “Algo de lo que decidió en el ’83 la gente es que los conflictos los vamos a solucionar dentro de la democracia y no vamos a permitir que irrumpa nadie que se considere “padre de la patria”.

—  En el libro “El diálogo”, una conversación entre Héctor Ricardo Leis (militante de aquella época del Partido Comunista, Juventud peronista, oficial montonero) y vos, él cuenta que no fue militarismo, sino una pasión por la violencia. la violencia era una droga, una necesidad. Cuáles son esas reflexiones que haces?
—  El famoso mayo francés de 1968 marcó a aquellos que intervenían, eran consignas muy atrevidas para la época: “prohibido prohibir”; un cambio cultural muy fuerte. Yo creo que Europa puso las ideas y acá se puso la sangre”. “Hubo muertos. Teníamos un marco de confrontación muy fuerte que era la Guerra Fría entre EEUU y la URSS. Estados Unidos no estaba dispuesto a que Cuba expandiera su revolución, Cuba estaba dispuesta a hacerlo y Norteamérica convence a las Fuerzas Armadas de luchar contra el comunismo. Esto intensificó las guerrillas y las represiones.

—  ¿De qué se hablaba en tu familia en ese momento? ¿Cuál era la postura en tu casa acerca de lo que estaba pasando?
—  Pablo tenía 13 años, su hermana Alejandra 15 y fueron a las manifestaciones contra el golpe de Pinochet. Había una especie de militancia acelerada desde muy jóvenes. En esa época, el que no tenía militancia política era un tonto, alguien que no pensaba.

El mandato de aquella época de los que querían hacer la revolución era “llegar al poder” y según Meijide, “el poder estaba en la boca del fusil” “Con esa definición, luchas hasta que el fusil gana. No se decía 'el poder está en los votos', no se decía que estaba en las armas”.

Aunque del otro lado la idea y el objetivo era el mismo, civiles y militares pensaban igual. Aparecieron después de muerto Perón las bandas paramilitares, la triple A, el Comando de Libertadores en Córdoba. Perseguían a la gente y anunciaban en publicaciones a quiénes perseguían y a quiénes iban a matar. Algunos lograban escapar. Eso termina “justificando” otro golpe de Estado

—  Pedían un golpe de estado desde la población civil.
—  Algunos por sus propios intereses: culturales, comerciales y hasta religiosos. Otros, por el miedo y la necesidad de que se calmara todo. Entonces dijeron “bueno, que vengan a poner orden”. El orden que se puso fue el de los cementerios. Ni siquiera era de los cementerios porque se ocultaron los cadáveres. El orden que se puso fue el de la clandestinidad en la represión. Control del pensamiento, control hasta de los libros, de las matemáticas modernas.

—  Hay algo de aceptación en nuestro país de prohibiciones, ocultamientos de datos. … Como si los ciudadanos fuésemos unos niños a los que se los puede manipular, desde el que forma opinión, desde el que tiene el poder para realmente hacerlo.
—  María Elena Walsh había hablado en plena dictadura de un país Jardín de Infantes.

—  ¿Seguimos siendo tan indefensos?​
—  No sé si tan indefensos. Primero que no somos tan inocentes, a los argentinos no nos pasan las cosas, las hacemos Bien o mal, pero las hacemos. Por lo pronto somos muy poco apegados al cumplimiento de la ley. Podemos aceptar bien las prohibiciones y hasta prohibir, somos bastante autoritarios y nos viene muy bien la ley para que otros la cumplan, pero cuando podemos, la trasgredimos.

— Hace pocos días dijiste en una entrevista que creías en la justicia y en los DDHH si podes pedir el mismo nivel de justicia para tu hijo desaparecido que para tu peor enemigo. ¿Cómo crees que está la justicia hoy en Argentina?
— Se ha demostrado que es poco independiente del poder político, salvo en poquísimas excepciones. Que es fácilmente influenciable, sobretodo los jueces federales. Cada vez que hemos visto a algún funcionario en riesgo de ser acusado o implicado en algo hay algún juez que cajonea, algún fiscal que se ha olvidado de apelar a tiempo. El caso Nisman es un caso que todavía pesa, yo lo sumaría a las deudas más pesadas de nuestra historia.

¿Por qué digo esto de la igualdad de la justicia? No es fácil admitir que debe existir la igualdad de la justicia, no importa quién sea que cometa el delito. Lo mío no es ni sentimental ni religioso, es por convicción. Hasta que no consigamos que la justicia sea igual para todos no vamos a tener democracia. no vamos a tener ni presente ni futuro. Siempre me puede tocar vivir algo peor, siempre existe esa posibilidad. Pero es muy difícil que incida demasiado en los cambios, que están a cargo de los más jóvenes, lo único que puedo hacer es plantarme y decir “Yo quería atar a los que secuestraron a mi hijo”. Ellos me enseñaron a odiar, yo los quería matar. Y entiendo que cualquier padre o familiar quiera devolver “Ojo por ojo, diente por diente”. Pero, ¿Saben qué? Las leyes se hicieron para que eso no ocurriera.

Vos no podes ser juez y parte

— ¿Vos sentís que hay baja intensidad en la democracia todavía en Argentina? En estos años perdimos esa intensidad?
— Si, y sobre todo porque los gobiernos populistas tiene una enorme tendencia a confundir lo que es Gobierno con lo que es Estado y a sentir que son los dueños de la palabra del pueblo. Ahí las instituciones se van al diablo.

El tema de la justicia se fue desviando hacia la posibilidad de que comience a haber un equilibrio en el congreso. Siguió…“Cuando vi las discusiones que se dieron en ambas cámaras sobre el tema de los Holdouts, me puse muy contenta de ver equilibrio que permita discutir e incluso incorporar modificaciones al proyecto que mandó el ejecutivo… se está discutiendo. Eso aumenta la intensidad de la democracia”.

Sin embargo el escepticismo sobre los diputados y senadores no fue dejado de lado por Meijide: “Nadie se va a convertir en santo de la noche a la mañana. La sociedad tiene que ir pidiendo siempre ir mejorando. Son democracias jóvenes las de América Latina comparadas con las de Europa; uno dice: ¿Por qué en otros países donde se roba el político va a la cárcel, se lo juzga y nosotros todavía no?

 Usted siempre estuvo cerca de las instituciones que de la protesta testimonial.
— Si, pero no porque no estuviera convencida de lo que decían, sino, porque mi forma de trabajar tiene más que ver siempre con formar parte de equipos, buscan consensos. Acomodé mejor mi trabajo a la asamblea permanente de los DDHH durante la dictadura, después a la CONADEP.

— ¿Seguís pensando todos los días en Pablo?
— No todos los días, pero muchas veces sí. Ahora que estuve unos días en cama, pensé mucho en Pablo. Sobre todo, lo que más me duele, es no ver lo que Pablo hubiera sido. Pablo quedó congelado en el Pablito de los 17 años.

— En aquel momento, su motor era ver presos a los militares. Hoy ¿Cuál es tu motor?
— Mi motor es que haya una Argentina mucho más normal. Donde las aventuras políticas no tengan espacio. Yo no pretendo una política sin errores, no la hay. Siempre tiene conflictos y es típico de la democracia, pero lo que me duele mucho es que perdamos mucho tiempo en esta figura horrible de “amigo-enemigo” sin admitir adversario. Con un adversario uno habla, construye. Al enemigo se lo destruye. Me gustaría pensar que eso lo pudimos dejar atrás. Vamos a ver…

 

(*) Especial para Perfil.com | Twitter: @marianaarias