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Gobierno y campo: peligroso duelo donde pierden todos

El enfrentamiento que mantienen desde hace más de 70 días se convirtió en un pesada mochila para los dos contendientes y la sociedad toda.

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El enfrentamiento que mantienen el Gobierno y el campo desde hace más de 70 días se convirtió en un pesada mochila para los dos contendientes y para la sociedad toda. Los protagonistas de este duelo, en el que a la larga pierden todos, tienen como mayor desafío desarticularlo definitivamente y sin mayores costos.

En ese marco, lo que ocurra mañana en Rosario y Salta será una nueva bisagra: De allí surgirán nuevas mesas de diálogo o más confrontación. Hasta el jueves pasado, en cambio, sólo se repitieron escenas con ribetes casi infantiles que no aportaron nada a la resolución del conflicto. 

El levantamiento del lock out agrario tras mensajes conciliadores de la presidenta Cristina Fernández; una nueva convocatoria al diálogo; los protagonistas sentados en una mesa para iniciar la discusión; el tablero pateado minutos después... Una película repetida. Casi un calco de lo ocurrido tras el levantamiento de la medida de fuerza anterior, hace poco más de quince días.

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En este caso no estuvo en la mesa el polémico secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, y debutó el flamante ministro de Economía, Carlos Fernández. Pero las diferencias no alcanzaron a cambiar el resultado final. El juego entre el gobierno nacional y el campo, en el que los ingredientes son mensajes encriptados en discursos oficiales, gestos a la vera de las rutas, fantasmas de desabastecimientos y desestabilización y amenazas de cortes, se está agotando. Por lo menos con esas reglas. 

Este es un duelo en el que difícilmente haya un claro ganador que pueda capitalizar el triunfo. Más bien parece que el que salga airoso de la contienda obtendrá una victoria pírrica. 

Los costos que está pagando la administración de Cristina son desmesurados: Una importante pérdida de imagen positiva, la crispación y hartazgo de la sociedad, el fuerte desgaste político a meses de haber asumido, las disidencias dentro del oficialismo por el manejo de la crisis son algunos de los elementos que calaron hondo en vastos sectores de la población, muchos de ellos votantes del actual gobierno. 

La situación entre las cuatro entidades, Sociedad Rural, Coninagro, Federación Agraria y Confederaciones Rurales, lejos está, también, de ser un lecho de rosas y ya comenzaron a salir a la luz las fisuras en cuanto a sus posiciones ante el conflicto. Sus dirigentes no pueden jurar que controlan a sus bases que, como en el caso de Alfredo de Angeli, tienen dinámica propia. Se perfilan, también, entidades "conciliadoras" y "duras". 

Horas antes del acto de Rosario, los dirigentes del campo salieron a descartar nuevas medidas de fuerza y tendieron puentes para continuar las conversaciones el lunes mismo. 

Las encuestas que el propio oficialismo maneja reflejan un cansancio de la sociedad ante la crisis del campo. Pero como los contendientes no son iguales en cuanto a poder, es al gobierno al que le cabe mayor responsabilidad en su resolución. 

En los últimos días algunos cambios se observaron. La Presidenta tuvo una actitud distinta ante el conflicto. Lo más notorio, quizás, sea la moderación de sus discursos, la ausencia de la palabra "campo" en ellos, el tono más "suave" que utiliza desde los atriles o los reiterados llamamientos a la unidad, el acuerdo y la necesidad de construir un país "para todos los argentinos". Luego de la última reunión, a la que el gobierno calificó de fructífera y en la que los dirigentes del campo amenazaron con tomar el ministerio de Economía, en la Casa de Gobierno se escucharon comentarios reveladores. 

"Es un conflicto que les costó mucho a ellos y a nosotros", se sinceró ante DyN un estrecho colaborador de la Presidenta.
Muy en voz baja reconocen que el "mayor error" fue enfrentar al campo y a los medios de comunicación al mismo tiempo... Admiten que las retenciones móviles, detonante de la crisis, deben ser modificadas y van a serlo, pero juran que nunca serán eliminadas.
El cómo se cambiarán es el nudo gordiano de este enfrentamiento: Si como quiere el campo o como pretende el gobierno.
Más allá de las declaraciones públicas, existen posiciones tomadas. 

En el campo se analizan varias propuestas:

1) retenciones segmentadas y fijas de acuerdo a la producción: a menor producción menor tasa. 

2) retenciones con techo, es decir que a determinado precio de la soja se llegue a un máximo de retención, sea 50, 55 ó 60 por ciento, y luego por más que el precio alcance niveles altísimos, queda ese tope.

3) retenciones móviles sin techo pero con un piso o "línea de evolución" más bajo que el oficial. 

En el gobierno, en cambio, proponen un esquema móvil en el que la "evolución de la curva de retención sea más leve, pero sin tope". Es decir, aminorar la tasa de retención para que no llegue a un 95 por ciento, como ahora. 

Lo que juran desde Balcarce 50 que "no va a pasar" es que "se tire abajo la movilidad". Lo cierto es que el conflicto entre el gobierno y el campo ya no es sólo por las retenciones. Se convirtió en una fuerte pulseada política. El último round se producirá el 25 de Mayo. 

El campo convocó en Rosario a una concentración que amenaza con ser multitudinaria y la Presidenta encabezará los actos formales en Salta, donde también tendrá su tribuna. 

En el primer caso, los dirigentes agrarios decidirán qué actitud toman ante el nuevo fracaso en las negociaciones. Difícil será para sus dirigentes atemperar los ánimos de los productores que se trasladan desde todo el país hasta el Monumento a la Bandera y que bregan por medidas de fuerza. Entre ellos no abunda la confianza en las "buenas intenciones del gobierno". Sin embargo, los líderes agrarios saben que lo más perjudicial para su reclamo es volver a las rutas. También los apura la necesidad de poner fin al conflicto y volver a producir. Mucho es el dinero que podrían perder. 

Desde la Casa Rosada, ese acto es visto como una muestra del carácter "político" de la protesta y sostienen que la presencia de los principales referentes de la oposición no hace más que demostrarlo. 

En Salta, según sus colaboradores, Cristina Fernández pronunciará un discurso "conciliador" que llame a la "unidad de los argentinos" y busque "puntos de encuentro". Afirman, también, que no habrá anuncios vinculados al "Acuerdo del Bicentenario" que, debió ser pospuesto para un momento más propicio. 

De lo que pase en Rosario y Salta dependerá la reanudación del diálogo el día lunes. Con nuevas medidas de fuerza, afirman desde Gobierno, no se producirá. 

El desafío para la gestión de Cristina es poner fin a este conflicto para poder atacar el problema de la inflación que, en el fondo, es más grave. Las recetas de controles de precios o maquillajes de los índices oficiales ya demostraron su inutilidad. Las elecciones legislativas del año próximo están a la vuelta de la esquina y el consuelo de que no exista una oposición para capitalizar los errores oficiales no durará por siempre.