El impacto de los cambios internos dependen de quién los mire. Los peñistas afirman que la ampliación de las mesas políticas y de gestión encerrarán un beneficio indirecto para su líder: preservar al omnipresente Marcos Peña, desgastado tras la crisis que atravesó el Gobierno. Los funcionarios del ala política, supuestos beneficiados con la apertura, son más cautelosos que optimistas: dudan de que exista una verdadera voluntad de escucharlos. Y cerca de Mauricio Macri, algo ajenos a las pujas intra-Cambiemos, pronostican un futuro con alteraciones mínimas en la cultura de poder oficialista.
Con el desenlace aún abierto, hay un dato que nadie discute: el jefe de Gabinete no perderá centralidad, ni su enorme influencia sobre el presidente Macri. Pero lo cierto es que la reacción del Gobierno llega en el peor momento del ciclo cambiemita. La reorganización dentro de Casa Rosada fue forzada por el mal humor social frente a los tarifazos, la devaluación del 25% en tres semanas, la corrida cambiaria y la quema de más de 10 mil millones de dólares de reservas, sumado a un pedido de socorro financiero al FMI. Y existió una presión extra: el reclamo por parte del establishment y algunos editorialistas de agrandar el núcleo que define el rumbo del oficialismo.
Así, la concesión fue hecha desde una postura de debilidad, en la que Peña aparece como uno de los principales responsables. Intocable hasta hace dos meses, la mini-125 de Cambiemos alentó la aparición de voces críticas hacia el jefe de Gabinete. O en realidad hacia lo que Peña representa: obsesión por la comunicación, por la necesidad de un cambio social profundo y por eficacia en la gestión. Un radical (herido) resume los cuestionamientos hacia el niño mimado de Macri: “Necesitamos menos marketing, menos panel de control y más discusión política”.
Adversarios y aliados. Peña es un dirigente de probeta en la historia del PRO. Michettista en sus inicios dentro de la Fundación Creer y Crecer, el funcionario más poderoso vive en un tres ambientes de 77 metros cuadrados. Outsider del sistema político, también es una excepción dentro del gobierno de los Ceos. Y no sólo a nivel patrimonial. Peña da una discusión que a Macri no podría importarle menos: negar que Cambiemos sea un gobierno de derecha. Mientras tanto, sus vices Quintana y Gustavo Lopetegui ponen la lupa sobre la performance de cada ministro.
Ese perfil le hizo ganar enemigos y relaciones friccionadas, dentro y fuera del gobierno. Algunos de esos adversarios ahora volverán a ocupar una silla en las reuniones de coordinación y de debate político. En orden de mayor a menor tirria, los reingresados son: el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó; el radical Ernesto Sanz; y el ministro del Interior Rogelio Frigerio.
“Tampoco es que se habían pasado al kirchnerismo. Hay momentos para mesas chicas y otros momentos para ampliarlas. Tenemos pragmatismo y flexibilidad”, opina un asesor del Presidente.
Sanz era candidato a ocupar el cargo de Peña. Así lo pretendía. Pero Macri rebajó la oferta a la de ministro de Justicia, y el ex senador prefirió mantenerse como consiglieri informal. A los pocos meses de viajar desde Mendoza a la Rosada, Sanz comprobó que muchos encuentros eran una mera puesta en escena: las decisiones se habían tomado de antemano. Así, su vínculo con Peña se volvió algo frío, y entonces rumbeó hacia el estudio jurídico que había heredado de su papá.
Interlocutores con diputados y gobernadores de la oposición, Monzó y Frigerio también fueron excluidos de las rondas políticas. Con tales antecedentes, abunda la desconfianza sobre el objetivo real del ajuste interno. “En principio es una buena señal que la política esté en la mesa chica, pero hay que ver cómo seguimos”, explica un vocero de la tribu de Frigerio.
Pese a los pases de factura que se acumularon de golpe, cerca de Peña son optimistas. Ven oportunidad en la crisis, y buscan hacer una carambola: integrar las voces críticas, sin ceder demasiado protagonismo. Para lograrlo cuentan con una ventaja: después de Peña, Macri es el más peñista del Gobierno.