Julio Grondona elige un recurso usual para describir la nueva era del fútbol argentino: sostener que el nuevo escenario atiende los reclamos de la prensa crítica.
En este caso, aquellos que siempre le apuntaron al matrimonio AFA-Clarín. “Se vivieron quejando de nosotros. Ahora vamos a hacer lo que tanto nos pidieron. Ahí lo tienen”, le dice a PERFIL, como si sus manos agitaran el acuerdo que por estas horas pergeñan sus hombres de confianza con la primera línea del Gobierno nacional.
Enseguida lanza un nuevo golpe al socio caído en desgracia: “El que avisa no traiciona”, replica, después de que Marcelo Bombau –presidente de Torneos y Competencias– haya expresado sentirse “traicionado” por el presidente de la AFA. A esta altura del partido, en el discurso dirigencial se advierten síntomas de mezcla; tanto él como los principales actores del conflicto de intereses más grande de la historia del fútbol argentino hablan al mismo tiempo de lo que pasó y lo que va a pasar. Sin distinción.
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