De terrícola bienparido es sentir y pensar. Las hormonas se preparan para el Mundial. Las neuronas se previenen del Mundo. Ambas están que arden. Y como no habrá Homo Ludens si el Homo Belicus se "saca", ojeemos el fixture 2010 del planeta. De vivir hoy, Shakespeare agiornaría la pregunta capital del más mediático de sus príncipes. El "to be or not to be" quedó doméstico. Es yoico. Demasiado interior. Lo que estos días pide respuesta urgente, es el fuera. Acelerado como está por el prepoteo de lo tecno, el tiempo nos lleva puestos. ¿En Dios? ¿En la Nada? Si por autismo iraní, judío o coreano se nos revienta un bombón atómico Dios y Nada serían sinónimos. Media biblioteca de la historia del mundo la habría pifiado. La otra media estaría de más.
A 500 años de oírse en The Globe londinense, el "Ser o no ser" tiene menos alcance que el "Sí, juro" con que (entre nos) se viola la Constitución. El "To be" está exangue. El "not to be" suma adeptos. Puede que el gran Willy le hiciera decir hoy a Hamlet "¿Cagazo o esperanza? Ese es el dilema". No por el "miedo" inflado de la aldea natal (que lo hay, pero en chico) sino el del mundo. ¿Acaso son algo Alí Kaká y sus 400 ladrones ante la mega mafia transnacional que integran Ceos de Empresas, Bancos, Bolsas y Políticos cómplices?. El pavor está en el aire...con tendencia a tocar tierra. Y a no pretextar ignorancia. Eso era antes. Hoy basta que una mariposa digital suba al cielo de Internet para que aletee "al toque" en la isla de Pascua, Tokio y Villa Domínico. Cada semana son más los Big Países que se despiezan corroídos por el virus monetario que les deshace la economía a dentelladas. No tocó fondo Bill Clinton, aquella vez, ante Bush padre. "Es el dinero, estúpido" debió decirle. Bien en crudo y en directo como acaba de diagnosticar Jürgen Habermas ante la Europa en implosión: "Las financieras no son otra cosa que armas de destrucción masiva". Hasta el Dalai lama (y en Nueva York) mandó su aviso: "El capitalismo es un sistema cuyo objetivo principal es "cómo lucrar""¿Entonces? ¿Seguir en Babia o no seguir?" sería otra versión potable del dilema. La economía (como el fútbol) ya no pertenece a los países. La política (como el fútbol) tampoco.
Capi di tutti piccoli capi dell calcio mondiale se reúnen estos días en el principal hotel de Johannesburgo para celebrar Su Negocio de hacer competir naciones a través de jugadores transnacionales. Cuentan para ello con 28 equipos que servirán de fachada y (para solaz de los Gordon Gekkos) de anestesia general. ¿O acaso durante este mes (salvo en la geografía de las llagas) las hormonas dejarán que las neuronas se indignen por actos genocidas, hambrunas provocadas, aviones Predator borrando afganos del mapa, pedófilos con bendición papal, alcatraces empetrolados y demás? Indiferente al bullicio de las hinchadas, la final de fondo la juegan Nike vs Adiddas, Pepsi vs. Coca, Quilmes vs Heineken, y así. A nosotros nos corresponde vivar, alentar, embelesarnos con los Messi durante unos minutos, y quedar motivados para después comprar miles de tales o cuales zapatilas y zamparnos tales o cuales millones de chops. Este fútbol da para un mes. Su negocio para 47 meses y luego más. Fenómeno que eleva a futbolistas por encima de sabios, mártires, artistas, líderes espirituales y políticos del planeta. Tan surrealista y marquetinero galimatías que ni los jugadores (con la excepción de Cristiano Ronaldo) entienden cómo sus pies se cotizan más que el platino. El mejor homenaje a Messi y al equipo es que después del Mundial nos dediquemos a protestar por las Gazas del mundo.Empezando por las de casa.
(*) Especial para Perfil.com