La médica cubana Hilda Molina, que se encuentra en Argentina para visitar a su familia tras 15 años de separación, pasó un mal momento ayer en el Congreso de la Nación. Había asistido para exponer sobre la situación de su país, pero terminó discutiendo duramente con un grupo de periodistas, asesores legislativos y militantes sociales que no estaban de acuerdo con su versión de la vida en Cuba.
"Estuve un mes en Cuba y la realidad no es como usted dice", le gritó un joven a Molina, ante sus declaraciones sobre el sistema de salud cubano. "Usted no sabe más de mi país que yo. Le cambio vivir aquí por vivir allá", replicó la neurocirujana, según el diario La Nación. Así comenzó una discusión que duró más de una hora.
En Cuba, Hilda Molina fue diputada de la Asamblea Nacional del Poder Popular; fundó y dirigió el Centro Internacional de Restauración Neurológica (CIREN), uno de los institutos de medicina más prestigiosos del mundo; y obtuvo varias condecoraciones del gobierno. Pero su buena relación con el régimen terminó en 1994, cuando su hijo Roberto Quiñones se exilió en Argentina. La médica renunció al Parlamento (lo que, según ella, significó firmar su "sentencia de muerte") y comenzó a solicitar que le permitan visitar a su familia.
Tras 15 años de reclamos, y gracias a las gestiones diplomáticas iniciadas por el kirchnerismo en 2003, Molina llegó a Argentina el 14 de junio pasado. Ayer asistió a la Cámara de Diputados para hablar sobre Cuba por invitación del legislador Juan Obligio (PRO), autor de un proyecto de ley para otorgarle la ciudadanía y el pasaporte argentino.
En el Congreso, la médica de 66 años opinó que Fidel Castro sigue gobernando Cuba a pesar de haber delegado el poder en su hermano Raúl por problemas de salud. "Tiene suficientes reservas neuronales y afán de poder para seguir dirigiendo Cuba de una manera u otra", sostuvo, según la agencia EFE. Consideró que "la población cubana está enferma y psicológicamente desgastada" porque "no se pueden vivir 50 años sin libertad". Y agregó que en la isla hay una "excelente salud para extranjeros y funcionarios" ya que "si uno paga, recibe mejores servicios".
De hecho, Molina aseguró que la presionaron para que el centro médico que presidía "le diera más importancia a los pacientes extranjeros que a los cubanos". Por su negativa, le prohibieron salir de la isla. "Si me hubieran fusilado, habría sido menos doloroso. Castro sabía que al separarme de mi hijo me mataba en vida", comentó, según La Nación. La neurocirujana aclaró, sin embargo, que ama a Cuba y que no pretendía "decir que un sistema es mejor que el otro".
Sus declaraciones indignaron a varios de los presentes. "¿Qué siente al estar en un país con desnutridos, todo lo contrario de lo que ocurre en Cuba?", le preguntó Adrián Falco, un asesor de la diputada Victoria Donda. "Tengo derecho a opinar, y sobre mi país usted no sabe más que yo", respondió Molina, de acuerdo al matutino.
"¡Usted ofendió a las Madres de Plaza de Mayo!", acusó un periodista de la emisora Aire Libre de Rosario. "No coincido con su ideología, pero soy respetuosa del dolor de madres y abuelas", contestó la médica. Días después de su llegada a Argentina, Molina sostuvo que "ellas sufrieron la persecución de una dictadura, y sin embargo reverencian otras dictaduras, como la que hay en Cuba". Estela de Carlotto, titular de Abuelas de Plaza de Mayo, le recomendó que se "llame a silencio y disfrute de su familia".
Mientras se retiraba del recinto, Molina fue rodeada por supuestos "médicos que trabajaron en Cuba", que la acusaron de "mentirosa. "Es la misma intolerancia que he sufrido en Cuba. Son voceros del Gobierno cubano", fue su última frase, antes de partir en medio del tumulto.